Colombia no puede suspender su producción de petróleo, gas y carbón. Hacerlo significa conducir al país a la miseria absoluta y someterlo a sanciones multimillonarias; hay contratos suscritos con compañías nacionales y extranjeras que deben ser respetados.
La errática ministra de Minas, la filósofa Irene Vélez volvió a amenazar, esta vez en la cumbre de Davos, uno de los escenarios internacionales de mayor importancia, con la no suscripción de nuevos contratos de exploración y producción. Esgrimió la tesis manida de que Colombia tiene que aportarle a la lucha contra el calentamiento global, reduciendo las emisiones de carbono y gas.
¿Acaso el gobierno de Petro pretende que todo el parque automotor colombiano, para empezar, haga la transición inmediata hacia la electricidad? Dicen que tienen en mente reemplazar los ingresos de los hidrocarburos con la promoción del turismo. ¿Y cómo llegarán esos turistas? ¿A pie, nadando, a lomo de mula? Ningún país puede, hoy por hoy, prescindir de los combustibles y Colombia, si llegara a hacerlo, en cuestión de meses estaría sufriendo los efectos de una catástrofe económica.
Petro se ha convertido en un fundamentalista del medio ambiente. Su visión retorcida y extrema de la protección de la Tierra lo estimula para hacer propuestas irresponsables e impolíticas que son replicadas por la torpe ministra Vélez.
La filósofa despistada continúa haciéndole creer a sus interlocutores que el aporte de Colombia es fundamental. Dice ella que “sabemos que muy pronto, quienes son los importadores de carbón, ya no van a estar importando, y nosotros necesitamos rápidamente generar una economía alternativa. Y, por otro lado, decidimos también que no vamos a conceder nuevos contratos de exploración de gas y petróleo… Para nosotros esa es una señal clara de nuestro compromiso en la lucha contra el cambio climático”.
Irene Vélez miente. Alemania, la principal economía de Europa, tenía previsto suspender el uso del carbón en el año 2030. Expertos aseguran que antes de 2038 no se logrará cumplir ese objetivo. El año pasado, ese país multiplicó por 8 las importaciones de carbón de Suráfrica y, según el portal español Libertad Digital, en Alemania “…las mediciones que calculan la intensidad energética del mix energético a partir de las emisiones de CO2 estiman que se están alcanzando valores de 765 g/kWh, por encima incluso de los niveles que se dan en China… Y además el peso del carbón sobre toda la generación de electricidad ya alcanza el 45%”.
El ejemplo alemán debe ser estudiado con juicio. Ese país, que implementó una política energética romántica, pero anti técnica, está padeciendo severas consecuencias. Redujo la energía nuclear y eliminó el llamadofracking creyendo que estaba dando un paso hacia adelante. En realidad, estaba retrocediendo al poner en entredicho su seguridad energética. Empezó a depender del gas de Rusia y ahora, por cuenta de la crisis de la guerra con Ucrania, tuvo que salir a buscar carbón y gas a cualquier precio en el mercado internacional para satisfacer las necesidades de sus 84 millones de habitantes y evitar, al mismo tiempo, la parálisis de su gigantesco aparato industrial.
Es evidente que el socialista Gustavo Petro y su necia ministra Irene Vélez -criada en un ambiente de extrema izquierda- tienen el propósito de “decrecer” -léase arruinar- la economía colombiana. La pobreza es el caldo de cultivo donde mejor crecen los nefandos experimentos comunistas. El catalizador de ese empobrecimiento será la liquidación intempestiva de la industria mineroenergética del país.
Publicado: enero 23 de 2023