De no creer que los bogotanos estemos otra vez rogándole a nuestros dirigentes para que no acaben con el sueño del Metro para nuestra amada Bogotá.
Después de décadas de fallidos intentos la ciudad logró contratar, financiar e iniciar la obra más significativa de su historia. Inclusive tuvimos la confianza de creer, o por lo menos yo, de que este intento estaba más o menos protegido del intervencionismo politiquero que siempre sufrimos, pero no.
Qué equivocados estábamos, qué ilusos fuimos. Debimos anticipar, dado el pasado de la señora, que el apetito electoral de Claudia López no conoce ningún límite y, dadas las circunstancias, la alcaldesa anticorrupción lo vende a uno hasta con descuento.
Hay que entenderla, pobrecita ella, está en vísperas de elecciones y no tiene nada más allá que mostrar que un estruendoso fracaso administrativo, caos en varios frentes de la ciudad y un Metro en construcción que ni políticamente ni por gestión es suyo y, por ello, no lo podrá mostrar para las próximas elecciones de octubre.
¡Pues con razón! Ni boba, ni floja que fuera. Por eso utiliza el capricho de soterrar el metro como una oportunidad para congraciarse con el presidente. Sin importarle que, dicha lagartería para asegurar su futuro electoral, pone en vilo la estabilidad jurídica y financiera del proyecto.
Bien sabe ella, espero, que el contrato no permite hacer el desatino que propone Petro. Porque, por un lado, lo que pretende el presidente no es nada menos que un proyecto totalmente distinto al presupuestado y, por el otro, esa teoría chimba de la quinta alternativa, que dicen es factible, solo y solo sí, se soterra un pedacito de acuerdo a lo que permiten los sobrecostos previstos, en caso de eventualidades, no es más que la definición de un verdadero capricho presidencial.
¡Pero no importa! Acá estos dos funcionarios manejan el futuro de los capitalinos como si estuvieran discutiendo el futuro de una tubería de la finca: “Chepe, mande esa canaleta por debajo y no por arriba”.
Porque soterrar “pedacitos” no previstos en los estudios ya realizados, basados en los instintos urbanísticos de Petro, porque estudios no hay, es claramente un detrimento patrimonial astronómico y un crímen con Bogotá.
Verán que la motivación principal, por parte del petrismo, no es más que poder salir en elecciones a decir que corrigieron el adefesio de Peñalosa argumentando, mentirosamente, que volvieron el metro subterráneo y, por le lado de López, el incentivo serán los puestos, plata y aceite que conseguirá ella para sus maquinarias.
Si cree que exagero en lo que he expuesto, le cuento lo siguiente: La alcaldesa solo tenía que, respetuosamente, decirle que no al presidente. Es que de verdad es inverosímil, el contrato existe, la plata está garantizada, hay acuerdos multilaterales e internos de ese financiamiento, los estudios fueron aprobados, hay Conpes, el Confis dio visto bueno, ¡mejor dicho!, lo único que faltó fue una alcaldesa con pantalones que defendiera lo nuestro.
Publicado: enero 29 de 2023