Con el paso del tiempo, no propiamente el de los santos, he llegado a la conclusión que nada más parecido al absolutismo monárquico que los actuales reyezuelos del socialismo bolivariano del siglo XXI, incluido nuestra versión criolla de Gepetto: Gustavo Petro, quien en la medida que avanza su desgobierno y su caos, al igual que Hitler, utiliza su brazo izquierdo para apoyarse sobre el atril mientras gesticula con su brazo derecho las mentiras de Pinocho.
Gepetto, es un personaje de las aventuras de Pinocho, novela de Carlo Collodi, un viejo solitario y carpintero que no tiene hijos y es zurdo y, por esta razón, hace un muñeco de madera: Gepetto, quien construye una marioneta: Pinocho, con el fin de decir las mentiras que él no es capaz de decir.
A su vez, los cortesanos fueron una serie de personajes que aparecían en la corte del Rey, durante el periodo conocido como el absolutismo monárquico durante los siglos XIV, XVIII.
La forma de vida cortesana implicaba que todos, todos y todes, debían insertarse a sus costumbres, sus hábitos, callar si era necesario, con el fin de satisfacer su egolatría y vanidad.
Giraban en torno a su Rey y sus príncipes: Maquiavelo Barreras; y eran capaces de hacer cualquier cosa, hasta de mentir, igual que Pinocho, sin sonrojarse: partido conservador.
Ni hablar de las cortesanas del Rey, porque para qué.
El absolutismo monárquico traspasó la línea imaginaria como lo fue en el caso de Luis XIV, Le roi soleil o de Luis XVI, L´etat c´est moit, este último pasado por la guillotina en la plaza de la Bastilla ante la mirada atónita de sus súbditos quienes no podían creer la dimensión desconocida a lo que habían llegado como revolución.
Una revolución francesa que quiso cambiar todo para que al final nada cambiara.
De la misma manera, llegamos a los cortesanos del desgobierno del Gepetto caos, donde el cambio quiere cambiarlo todo para que nada cambie.
La versión criolla de Gepetto, cada vez más con una arrogancia y un despotismo similar al de los reyes monárquicos del absolutismo francés, donde sus cortesanos permanentemente tienen que mentir.
A tal punto que, no solo quienes votamos en contra de su desgobierno, anarquía y caos; sino sus mismos votantes comienzan a darse de cuenta por dónde va la bolita como es el caso de la representante del Partido Verde, Cathy Juvinao – ¿renunciará para aspirar a la alcaldía de Bogotá? – por cuenta de la reforma política impulsada por otro Pinocho: el ministro del interior Prada.
Al igual que, el ministro Ocampo, a quien ya no se le crece la nariz porque no tiene cómo. Entonces, utiliza su sonrisa irónica para presentar una reforma tributaria que hará las primeras trizas de la economía colombiana, sumado al incremento del salario mínimo superior al 16%; el cual producirá una contracción en el consumo general de todos los bienes y servicios produciendo al final un desempleo superior a los dos dígitos.
Sin incluir la inflación: 12.2%; ni las tasas de interés: 12%, ni la tasa de usura que ya se encuentra en un nivel superior al 41.46%.
Con el beneplácito de Julito no me cuelgue.
Como diría el Banco de la República: el desempleo para el 2023 terminará entre un 11% y un 15%.
¿Con cual mentira nos saldrá el ministro Ocampo cuando el desempleo comience a subir?
Y, para cortesanos, ni hablar los del partido conservador.
Ya, ni nariz les queda.
Puntilla: Mientras tanto, los jovencitos de la primera línea serán las nuevas camisas pardas…
Rafael Gómez Martínez
Publicado: diciembre 20 de 2022