Antes de elegir a Gustavo Petro, la deuda externa de Colombia valía 730 billones de pesos al valor que tenía el dólar en ese momento, pues se debe en dólares. Hoy, cuando la moneda gringa ya pasó de largo los 5.000 pesitos, la deuda externa colombiana ronda los 880 billones de devaluados pesos, o sea 150 billones más de lo que debíamos el 19 de junio, lo que equivale a más de siete reformas tributarias como la que acaba de aprobarse por 20 billones que terminará por arruinar la economía. Es decir, en cuatro meses, el incremento del dólar ha hecho crecer la deuda externa en al menos un 20,5%. Somos mucho más pobres que a mediados de año.
En consonancia, el economista Alberto Bernal explica en un trino que en el gobierno de Duque el salario mínimo estaba en 282 dólares, promediando los cuatro años, en tanto que, en el gobierno de Petro, en 90 días, el salario mínimo bajó a 195 dólares, o sea que hemos perdido el 31% de nuestro ingreso. En otras palabras, somos mucho más pobres que hace tres meses.
Pero el Petro cree que somos idiotas. Sale a perorar que la caída del peso se debe a la subida de tasas de interés de la Federal Reserve, el banco central gringo, con la que los monos tratan de salvar su economía «arruinando a todo el mundo», según el Señor de las Bolsas. Pero no es cierto. De acuerdo con un informe del diario La República (05/11/2022), «el real brasileño se ha revaluado frente al dólar en el año. Si el peso se hubiera comportado igual, la tasa de cambio estaría en $3.731».
Y no es solo el real: «si la tasa de cambio se hubiera movido como en México, se tendría un dólar de $3.897», y no de $5.061, que es la Tasa Representativa del Mercado (TRM) vigente para este puente de Todos los Santos. En el mismo sentido, «si la tasa de cambio se hubiera movido como en Perú, el dólar hoy estaría en $4.043; y si se hubiera movido como en Chile, estaría en $4.505; dos valores que aún están muy por debajo del precio actual, que según expertos puede llegar a $5.200 en las próximas semanas.
Mientras los mercados ni se inmutaron con la caída de Bolsonaro y el retorno de Lula en Brasil, el entorno colombiano se mantiene inestable por los desatinos de Petro y sus ministros. Incluso el MinHacienda Ocampo, cuyo comportamiento había sido aplaudido, salió a alborotar el cotarro culpando a los empresarios de pánico económico por hacer críticas a la nefasta reforma tributaria. Sin embargo, si hay algo que genere temor en los mercados es esa actitud autoritaria de mandar a callar y no admitir la crítica.
En su primer mandato, Lula fue ortodoxo como el que más, y hace poco rechazó la idea de Petro de no hacer más exploración ni explotación de hidrocarburos. En pocas palabras, dijo que Petro podía hacer lo que quisiera, pero que para Brasil y el mundo era algo irreal, que los Estados Unidos jamás harían eso. Poco faltó para que dijera que era una verdadera estupidez hacerse el haraquiri por el planeta cuando nuestro aporte a la contaminación es solo del 0,4%.
Es que hay que reconocer que no toda la izquierda es «carnívora»; hay una izquierda «vegana», moderada, que respeta la democracia y las libertades, que no pretende transformarlo todo para destruir lo construido e igualar por lo bajo. La reforma tributaria que aprobó el Congreso va a arruinar la economía de los pobres gravando la natilla, los buñuelos, las empanadas…, y va a arrasar la macroeconomía con medidas tan abyectas como el aumento desmedido de la carga tributaria del sector de hidrocarburos, ni más ni menos.
Petro y sus ministros dirán que se firmarán nuevos contratos de exploración y explotación de petróleo, pero nadie querrá aventurarse. Así, Petro impuso su criterio, su transición energética será del gas y el petróleo a las velas de sebo.
Por cierto, se nota de lejos que este gobierno no quiere prender a Hidroituango. El proyecto no genera ningún riesgo, pero en un viejo video Petro dice que es mejor desmontarlo y le ha dado la vocería a la hoy senadora Isabel Zuleta, dirigente de la ONG «Ríos vivos», los mayores enemigos de la hidroeléctrica. Con semejante fracaso quiebran a EPM, a Medellín y a Antioquia. Lo habíamos advertido, a eso mandaron a Daniel Quintero.
Publicado: noviembre 8 de 2022
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