Hay en el cerebro medio o profundo unas estructuras que se excitan ante estímulos gratificantes. Alimentos, sexo y muchos tóxicos intervienen en ese nivel. El área tegmental ventral (ATV) es una de esas y utiliza como mediador la dopamina. La ATV tiene fibras que se conectan con el núcleo accumbens, sustancia especial en gratificación. En el proceso normal del lenguaje una neurona envía dopamina en la sinapsis y ésta se une a una proteína transformadora que después de liberarla la recoge y la envía nuevamente para su uso. En otras palabras, se libera dopamina en la sinapsis y se une a sus receptores en las neuronas adyacentes. La cocaína bloquea la proteína transportadora de dopamina e impide su proceso de reciclaje. Queda dopamina en la sinapsis y así se producen, y magnifican sus efectos placenteros.
Los efectos, aunque individuales los podemos describir: mentalmente alertas, eufóricos, con una energía ilimitada. Se aumentan las relaciones visuales y auditivas, el tacto suprasensible. Pueden hacer tareas con “mayor facilidad”. Puede aparecer ansiedad, temblores e irritabilidad. Se produce contracción de los vasos sanguíneos, dilatación de las pupilas y aumento en todos los indicadores (presión arterial, frecuencia cardiaca y temperatura).
Pero también pueden producirse complicaciones graves que pueden llevar hasta la muerte del adicto. Hay alteraciones en el ritmo cardiaco, depresión respiratoria, convulsiones y lesiones neurológicas que le llevan hasta el coma. Usualmente hay accidentes cerebrovasculares y lesiones gastrointestinales secundarias. Extremadamente adictiva quien la consume no puede anticipar cuándo dejará de hacerlo. Crea tolerancia y el individuo necesita cada vez más. Algo perjudicial ocurre y es que el individuo deja de responder a las gratificaciones habituales, y en los estudios de resonancia cerebral se ve un vacío en el sistema dopaminérgico. La adicción es un antídoto para la motivación.
Algo que llama la atención es la pérdida de peso. Los usuarios se enflaquecen y se vuelven paranoicos. Cuando se aspira, además de las hemorragias nasales, hay una irritación general del tabique nasal y pérdida del sentido del olfato. Se ha descrito gangrena en el tracto gastrointestinal y esto se debe a la pérdida del flujo sanguíneo y no solamente lo digestivo: todos los sistemas. ¡La cocaína es un desastre! Mire esto: la contaminación por hepatitis C oscila entre 60 y 90 por ciento en aquellos consumidores de sustancias inyectables y en los de cocaína en modalidad intravenosa superior.
Si buscamos en los efectos durante el embarazo, la cocaína es responsable de parto prematuro con retardo en su desarrollo psicomotor. En los infantes hay carencia en los procesos cognitivos, en la interpretación de la información y en el rendimiento escolar. En este periodo son expuestos a violencia doméstica y castigo sin causa aparente y ambiente de desnutrición. Esta no solamente del cuerpo, es quizá más grave la del alma.
Si sabemos de todos estos efectos, la pregunta obvia es: ¿Por qué lo hacemos? Muchos años pensando las respuestas y me limito solamente a enumerar las causas más frecuentes. Por curiosidad y la presión de los compañeros desde el colegio. La influencia de los “amigos” consumidores es muy fuerte. El deseo de ser diferente, sentirme bien y desempeñarse mejor. Con la cocaína inicial es claro: la sensación de autoconfianza y poder es muy clara. Hay algo que pasa desapercibido y especialmente entre los jóvenes, la ansiedad social y los padres, maestros deben saber que este grupo es muy susceptible. Cuando se habla con ellos y manifiestan su sensación de bienestar después del consumo se cierran a conversar sobre estos efectos: no caen en la cuenta que este ambiente puede ocasionar tragedias de por vida. De anotar, por ejemplo, cómo en las imágenes cerebrales del consumidor los receptores de dopamina son más altos y este cambio estructural se nota a los 4 meses del consumo. Necesitan más y más droga.
Encuentro siempre en estos muchachos el mismo cuestionario: ¿seré adicto? Conocerán los factores de riesgos: ausencia de supervisión parenteral, agresividad en la niñez. Incapaz de resistir la presión de los pares y la curiosidad. Pero hay los conocidos factores de protección: autoconfianza, cercanía parenteral y relaciones positivas. Y los otros elementos que están implícitos en la epigenética: las causas biológicas: (genética, sexo, trastornos mentales) a los cuales se mezclan las causas ambientales, el comportamiento y la actitud de la comunidad.
Diptongo:
¡como veneno: lejos de ella!
Publicado: noviembre 11 de 2022
5