Las últimas cinco elecciones en Colombia han girado en torno a la guerra y La Paz. En 1998, elegimos a Andrés Pastrana, con el anhelo de alcanzar una salida negociada con unas FARC que para a época se mostraban victoriosas en el campo militar, buena parte del territorio nacional estaba -en la practica- bajo el dominio del terrorismo. Este proceso no dio resultado. La guerrilla engaño al país que le apostó todo a la negociación, pero se dio un primer paso y se evidenciaron los fines macabros de los terroristas.
Estábamos confiados en que la reconciliación nacional se alcanzaría partiendo de un Estado fuerte, seguro y decidido al ejercicio democrático de la autoridad. Y este fue el discurso con el que llegó Álvaro Uribe Vélez a la presidencia de la república. El resultado fue el esperado. El 100% de los municipios de Colombia tuvieron presencia efectiva de la fuerza pública, la seguridad llego a cada rincón de la Patria. Las carreteras que estaban dominadas por la guerrilla se recuperaron gracias al programa “vive Colombia, viaja por ella”, se priorizo en ponerle fin a la tragedia que sufrían los secuestrados y en el programa de desvinculación de niños reclutados, las estructuras de las AUC se desmovilizaron y de manera individual, más de 18.000 guerrilleros se reincorporaron a la vida civil, convirtiéndose este gobierno en el promotor del más grande proceso de paz de la historia de Colombia. Más de 50.000 hombres que otrora estaban en armas contra el Estado las entregaron, pero lo más importante, se sometieron a reglas de juego democráticas.
En el 2010, llegó Santos con sus anuncios pomposos de un proceso de paz, en el que se desmovilizaros 17.000 guerrilleros. Con total impunidad, sin entregar las armas y haciendo a un lado flagelos como el reclutamiento de niños, niñas y adolescentes. Mas que una desmovilización, de lo que fuimos testigos fue de una movilización de los cabecillas a las grandes ciudades a ocupar cargos directivos en el sector público, vimos como se les entregaba el ámbito político del país, mientras, aparentemente, ellos conservaban las famosas disidencias. Es sabido por todos que los combatientes que vuelvan a la vida civil, deben ser reincorporados a la sociedad, pero bajo ninguna circunstancia puede creerse que quien ayer generó violencia gozara de legitimidad y respeto por el simple hecho de cambiarse de ropa.
Luego dirigió la nación Iván Duque, con una gran vocación democrática, convirtiéndose en el gobierno que más invirtió en educación, infraestructura y conectividad. Registró el mayor crecimiento económico en los últimos años de nuestro país, aunque fue víctima de una oposición salvaje que le impidió proporcionar condiciones de seguridad requeridas y tubo que enfrentar grandes adversidades como la pandemia.
Ahora llegó Petro con la promesa del cambio, a transformar la naturaleza el Estado colombiano. A una velocidad vertiginosa lanzó una serie de propuestas que los ciudadanos no alcanzamos aun a digerir .Llegó decidido a lograr La Paz total. Lo cierto es que nadie pueden construir La Paz desconociendo los esfuerzos de reconciliación exitosos del pasado, desconociendo la seguridad y la justicia, ya que son estas las que permiten la aplicación efectiva de políticas sociales. El gobierno debe pensar en alternativas sensatas de reincorporación, si existe algún motivo por qué los ciudadanos queremos paz es precisamente por que esperamos que haya justicia, libertad y orden.
Publicado: octubre 3 de 2022
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