Por corrección política, miedo, ansias de poder, lambonería o lo que sea, muchos que hasta no hace mucho tiempo se mostraban firmes en la oposición al modelo socialcomunista que lidera Petro, hoy guardan silencio o, lo que es peor, empiezan a aplaudir las decisiones nefandas que adopta el gobierno colombiano.
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Buena parte de las iniciativas económicas del régimen son enormemente delicadas y apuntan al empobrecimiento del país. Es alarmante que el presidente haya empezado a minar la independencia de la Junta del Banco de la República, autonomía plena que está blindada por mandato constitucional.
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Los 5 codirectores y el gerente del Banco están notificados: sus decisiones serán alevosamente controvertidas por el presidente a través de su cuenta de ‘Twitter’, como sucedió hace algunos días cuando resolvieron aumentar la tasa de interés para efectos de contener la acelerada inflación que afecta a los colombianos.
Uno de los nombramientos de Petro más cuestionables y delicados es el de la filósofa y activista Irene Vélez en el ministerio de Minas. En tan solo 8 semanas, esa señora ha cometido los peores errores y enviado señales que ponen en grave riesgo el futuro de la industria mineroenergética de Colombia.
Bloomberg, una de las agencias más respetadas del planeta, reveló un estudio que indica que en los dos meses que lleva Petro en el gobierno, los bonos de Ecopetrol han perdido U$900 millones de dólares.
El daño es demoledor: U$15 millones de dólares al día.
En la comparación que hizo Bloomberg, la caída de los bonos de Ecopetrol es del doble de otras compañías semejantes. En el análisis se hace hincapié en el daño que se le causa a las finanzas colombianas dado que la mayoría de los ingresos del país dependen, precisamente, de la exportación de petróleo y carbón.
Lo cierto es que la incertidumbre causada por los mensajes de Petro y de algunos de sus ministros, están lesionando los cimientos de la economía colombiana. La decisión de acabar con la exploración de nuevos yacimientos obliga a que los grandes observadores nacionales y extranjeros se pregunten de dónde saldrán los recursos para financiar el presupuesto nacional en los años que vienen.
Las cifras se encargan de desmentir a la impetuosa ministra Vélez. El exsenador izquierdista Jorge Enrique Robledo publicó un dato que es bastante diciente: a finales de 2011, el 82% de la energía consumida en el mundo tuvo como origen combustibles fósiles. En un lapso de 10 años se han hecho inversiones de $3.8 billones de dólares para el desarrollo de fuentes de energía renovable. A finales de 2021, el consumo de combustibles fósiles estaba en el 81%. Una inversión de semejante tamaño se ha traducido en la reducción de tan solo un punto porcentual.
El discurso de la ministra del “decrecimiento” económico como alternativa para detener el calentamiento global, tampoco tiene mayor sustento. Bill Gates descartó que ese tipo de propuestas tengan efectividad: “No creo que sea realista decir que la gente va a cambiar por completo su estilo de vida debido a las preocupaciones sobre el clima”.
El dogmatismo de extrema izquierda, sumado a ese fundamentalismo ambientalista está teniendo consecuencias catastróficas en la débil economía colombiana. Es angustiante la acelerada devaluación del peso y las peligrosas insinuaciones que han emanado desde la cúpula del poder en el sentido de que no se descarta imponer controles cambiarios en el país.
Publicado: octubre 12 de 2022
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