Cartagena debe enfrentar con mucha inteligencia el apocalipsis de la delincuencia. Es de vieja data, pero en los últimos tres años ha crecido a unas ratas descomunales. En alguna ocasión la OEA tuvo que pronunciarse sobre la necesidad de una estrategia integral para combatirla. El informe, cumpliendo con el mandato de la Cumbre de Cartagena, abrió el espacio para dialogar sobre tan preocupante tema que se tomó la ciudad. De tal manera, y da dolor decirlo, que las agencias turísticas recomiendan no visitarla porque cualquiera pude ser víctima e incluso encontrar la muerte en una calle cualquiera.
No existe una fórmula mágica para combatirla. Es consecuencia de múltiples factores, desde el tráfico de estupefacientes (que desde el acuerdo de La Habana ha crecido espeluznantemente). Al crimen organizado que gracias al microtráfico se ha empoderado. A la falta de oportunidades en una ciudad con una tasa alta de desempleo. A un sistema judicial inoperante. Pero mucho a la falta de liderazgo de las autoridades para enfrentarlo con decisión. Prevenirlo es una de las grandes necesidades, y no solo es deseable, sino posible. Un ejemplo de ello se puede ver en las “Favelas” de Río de Janeiro con las “Unidades de Policía Pacificadora”, posibles de replicar en Cartagena.
Por datos del Cosed sabemos que el delincuente se concentra no sólo en ciertos barrios, sino también en ciertas calles de la ciudad. Estudios demuestran que en el 10% de esas calles pueden concentrar el 70% de los delincuentes, y una estrategia focalizada tendría mucho éxito. En alguna parte vive el delincuente, hay que salir a buscarlo para neutralizarlo.
Una respuesta integral debe involucrar a todos, desde la Iglesia, las juntas de acción comunal, las alcaldías locales, la policía, las ONG, el sector privado, los ciudadanos comunes y corrientes, los medios de comunicación, las nuevas tecnologías y hasta la comunidad internacional. Sin alianzas no habrá respuesta positiva.
Iniciativas como el programa de visitas domiciliarias a familias en riesgo, que funciona en otros países, han logrado una caída del 82% en los arrestos a miembros de las esas familias, generalmente de bajos ingresos, de jóvenes entre 13 a 16 años. También los programas deportivos han logrado reducir la tasa de criminalidad en 40%, disminuyendo la iniciación en actividades delictivas en un 31%, en el consumo de alcohol en un 32% y de marihuana y otras drogas en un 33%.
Quienes queremos impulsar un cambio debemos adaptar estas buenas prácticas a los contextos de Cartagena. Por ello, existe la Red de Soluciones a la Violencia, RESOL-V, para compartir el conocimiento regional y ayudar a identificar, diseñar e implementar soluciones que han demostrado que sí funcionan en otras latitudes, a las que sin duda hay que pedir ayuda.
Publicado: Septiembre 15 de 2022
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