Francia Márquez desapareció del mapa. Petro la relegó a un segundo lugar y le asignó un conjunto de funciones de menor valor que poco o nada impactan. Sin capacidad de mando ni el manejo de la chequera su visibilidad en la administración será nula. Algo que se veía venir y que es consecuencia misma de su posición en el espectro político.
En efecto, Francia tiene un grave problema que le quita cualquier posibilidad de negociación al interior del Gobierno: no tiene bancada en el Congreso. A diferencia de Martha Lucía Ramírez, que contaba con el respaldo del Partido Conservador, y de German Vargas Lleras, que manejaba los hilos de Cambio Radical, Márquez no tiene un solo parlamentario, dado que las curules del Pacto Histórico se deben a Petro y no a ella.
Esto hace que el Presidente no tenga la necesidad de otorgarle mayores espacios, dado que ello no repercute en los niveles de gobernabilidad en el Congreso. Y eso es precisamente lo que está sucediendo. Petro le asignó 15 labores relacionadas con coordinar interinstitucional e intersectorialmente las problemáticas de las minorías, lo cual no se traduce en nada concreto.
Estas funciones son aún más gaseosas que las que se ven en las Consejerías Presidenciales y no implican una línea de mando sobre las entidades. Márquez no puede darle línea a los Ministros, incidir en los nombramientos de los sectores y mucho menos decidir cómo se ejecutan los recursos del Gobierno.
En otras palabras, su labor terminará siendo simbólica y no irá más allá del impacto electoral que tuvo en 2022.
Y no es que abordar las problemáticas de las minorías no sea relevante. Por supuesto que lo es. Sin embargo, no tiene la misma incidencia, a nivel de Gobierno, que estar al mando de una o varias carteras, con lo que ello implica en términos de presupuesto, inversiones y nombramientos.
En últimas, Francia está en el peor de los escenarios. Por un lado, tiene la presión de mostrar resultados a su electorado, a los nadies, que pusieron sus ilusiones en ella y que anhelan ver el renombrado cambio que tanto se pregonó en campaña. Por otro lado, no maneja presupuesto, no es jefe de ninguna cartera ni tiene capacidad burocrática, con lo cual es casi imposible lograr algo.
En especial, porque con la delegación de funciones de Petro no hay un solo funcionario con capacidad de decisión que le responda a la Márquez. Sí, es la Vicepresidente, pero en la práctica no tiene ni voz ni voto en las decisiones del Gobierno. Ninguna política pública de relevancia política pasa por su despacho.
Habrá que ver cómo se mueve para sobrevivir a la encerrona que le propiciaron en Palacio o si se dedicará a vivir sabroso disfrutando de las comodidades de la Vicepresidencia sin asumir responsabilidades en el Gobierno.
Publicado: septiembre 20 de 2022
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