Bogotá volvió a vivir, después de dos años, una jornada de día sin carro. Una medida que envuelve a la ciudad entre un respiro ambiental y una crisis de transporte, pero ¿hasta qué punto sirve? ¿vale la pena mantener esta jornada?
Por un lado, sacar a 1.8 millones de carros y 469.000 motos de circulación implica dejar de emitir 7.920 kilogramos de CO2. Un alivio para una ciudad que nunca se detiene y que no tiene forma de detener su crecimiento.
Por otro lado, los automóviles solamente son responsables del 3.8% de la contaminación de la ciudad y las motos del 11.7%, mientras que el 60.3% de las emisiones provienen de buses y camiones, los cuales no salen de circulación en la jornada sin carro.
Es decir, aunque es un paliativo interesante, no es una solución de fondo ni un cambio significativo que genere un cambio real para la ciudad, dado que, inclusive, la flota de transporte público, que es la más contaminante, funciona al 100% de su capacidad.
Y mientras esto sucede, la congestión en Transmilenio y Sitp implica un dolor de cabeza para las millones de personas que sufren las consecuencias de este día. Algo que también debería tenerse en cuenta…
Ahora bien, lo que sí debería estar sobre la mesa es evaluar la continuidad del pico y placa extendido. No solamente por las dificultades que genera en términos de transporte para los conductores que se pueden desplazar en las horas valle, sino por el potencial incremento en el parque automotor de la ciudad. Algo que ya ocurrió en 2009 cuando Samuel Moreno aplicó la misma medida.
Además, poco y nada ha variado el desastroso tráfico de la ciudad con esta restricción. Bogotá sigue liderando los rankings entre las urbes con peor movilidad de la región y el mundo.
Asimismo, de nada sirve promover el uso de la bicicleta y ampliar la red de ciclorutas de la ciudad si no mejoran las condiciones de seguridad. El día sin carro, que debería ser una oportunidad para utilizar estos medios de transporte alternativos, también termina convirtiéndose en una mina de oro para las bandas de criminalidad que tienen azotados a los capitalinos, con lo cual poco se logra.
En últimas, aunque es una jornada que ayuda y promueve una cultura de no carro, no es la panacea. Y de hecho, en vez de generar un caos para miles de hogares que sufren las consecuencias de esta medida, lo verdaderamente importante es encontrar soluciones rápidas y eficaces para ver si algún día Bogotá deja de ser una de las ciudades con peor tráfico del mundo.
Publicado: septiembre 24 de 2022
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