Incluso antes de la guerra de Ucrania, la economía mundial ya estaba siendo afectada por las repercusiones de varios conflictos provocados por el sectarismo y los egos, por la crisis climática, la COVID 19 entre otros. El aumento del costo de vida ha traído un panorama de preocupación sin precedentes, con consecuencias devastadoras en especial para los países de en vía de desarrollo. Según el informe del programa mundial de alimentos de Naciones Unidas, desde mediados del 2020 la inflación a crecido más del 15%, lo que hace que las familias de menos recursos gasten más del 50% de sus ingresos en alimentos. Pero además debemos tener en cuenta que los precios de los combustibles están en el nivel más alto en los últimos 10 años.
Los mercados mundiales de alimentos están extremadamente concentrados, tanto en lo que se refiere a suministros, como a reservas. Siete países representan el 86% de las exportaciones de trigo, el 60% de la cosecha mundial sale de los campos de Rusia y Ucrania. Colombia según la FAO, es uno de los siete países que tiene capacidad de ser despensa agrícola del mundo, pero el 66% de nuestro suelo tiene un uso inadecuado, donde un 29% es por su utilización y un 37%por sobre utilización. Esto debido esencialmente a la falta de plantación, la informalidad y el fraccionamiento de la propiedad, además de que hoy no tenemos condiciones de seguridad adecuadas en el territorio nacional.
Uno de los principales retos de nuestro país hoy, debe ser diversificar la canasta exportadora, mantener la fluidez del comercio y minimizar las interrupciones en las cadenas de suministro, fomentar las exportaciones agrícolas, procurar la suficiencia alimentaria en el territorio nacional, pero para esto debemos comenzar por garantizar seguridad que proporcione condiciones de inversión y trabajo adecuadas para el sector agrícola. Solo en la medida que consigamos erradicar el hambre, garantizar alimentos para todos, podremos hablar de paz.
Publicado: septiembre 13 de 2022
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