Con desbordada emoción un sector de la opinión recibió el rimbombante y para algunos cantiflesco discurso de Petro en las Naciones Unidas en el que se refirió a un montón de aspectos que sirven para arrancar aplausos de una parte de la galería, mientras genera dudas y escepticismo entre quienes analizan con serenidad y cabeza fría los mensajes del alevoso mandatario colombiano.
Petro se ha apropiado de la tesis del fracaso de la lucha contra las drogas para alzar las banderas de la legalización. Dice que Colombia pone los muertos y destruye sus selvas. Según Petro el grueso de los costos de esa guerra son asumidos por el país que él gobierna.
El socialcomunista se queda en el anuncio, pero no ha desarrollado su idea. ¿Cómo se haría la operación de la legalización de la cocaína?
Hay una lista de interrogantes que deberían ser absueltos por el presidente. El primero de ellos: ¿Los cultivos de coca pasarían a ser controlados por el Estado? Colombia tiene alrededor de 200 mil hectáreas sembradas con coca, todas ellas en poder de estructuras armadas ilegales. Que se aclare si el delicado proyecto de la llamada “paz total” tiene como propósito que el Estado asuma el control de esos narcocultivos o si, por el contrario, buscará legalizarlos y dejarlos en manos de los bandidos que hoy ejercen control sobre los mismos.
Segundo aspecto sobre el que Petro no ha querido o podido referirse: el procesamiento del clorhidrato de cocaína. ¿Se hará en laboratorios estatales, o se permitirá la operación legal de los que actualmente existen?
¿Acaso se creará la agencia nacional de alcaloides para controlar el proceso de elaboración de la cocaína? ¿Se obligará a que el INVIMA otorgue licencias para la fabricación de ese estupefaciente?
Si Petro y su gente logran superar los evidentes obstáculos que hay dentro del país, inmediatamente tendrán que hacer frente a las dificultades externas. ¿A qué país pretenden exportar la cocaína legalmente producida en Colombia, bajo el amparo y el patrocino del gobierno de Gustavo Petro?
Estados Unidos es el principal consumidor de esa sustancia, pero eso no significa, ni mucho menos, que haya intención de legalizarla.
La FDA -Administración de Alimentos y Medicamentos, por su sigla en inglés- es la entidad estadounidense encargada de analizar y emitir, con fundamento en estudios científicos, la autorización para la comercialización de medicamentos, bebidas alcohólicas y, en concreto, de buena parte de lo que consumen los estadounidenses. Hasta los cosméticos pasan por el examen científico de la FDA.
No es muy probable que esa agencia gubernamental estadounidense dé vía libre para la comercialización libre de un producto que como la cocaína tiene, entre otros, los siguientes elementos: gasolina, queroseno, ácido sulfúrico, amoniaco, éter etílico, acetona, tolueno, ácido clorhídrico, cemento y polvo de ladrillo.
Los delitos existen y no siempre pueden exterminarse a través de la represión de los mismos; se contienen. Es maniqueo decretar el fracaso de la lucha contra las drogas porque aquellas no hayan desaparecido. Esa misma “lógica” no puede aplicársele a delitos como el homicidio, el hurto, la estafa o la violación. El crimen existirá siempre y el deber de las sociedades es el de enfrentarlos a través de estrategias de prevención y de políticas sensatas de sanción.
Ahora que Petro está tan emocionado en la promoción de la legalización de las drogas, bueno sería que dejara de pronunciar tantos discursos rocambolescos -algún lambón dijo que él parecía un poeta y él creyó la adulación- y empezara a explicar lo que tiene en mente para la implementación y el desarrollo de su propuesta.
Publicado: septiembre 26 de 2022
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