El gobierno de Petro está imparable en el cumplimiento de su propósito de acabar con la débil economía colombiana. A pesar de las advertencias que desde distintos sectores especializados se hizo en tiempos de campaña, los electores hicieron oídos sordos, creyeron que era una manipulación y una exageración de los sectores productivos para impedir la victoria del llamado “candidato progresista”.
Son muchas las observaciones que se han hecho sobre los efectos demoledores que traerá consigo la reforma tributaria presentada por el ministro de Hacienda Ocampo. Hay parlamentarios que han dicho que la misma tendrá un efecto tremendamente nocivo sobre el sector productivo nacional.
La tendencia inflacionaria es evidente. El gobierno anterior tomó decisiones acertadas en aras de contener el aumento de los precios en plena fase de recuperación económica, superada la etapa más dura de la pandemia.
A la incertidumbre que genera la tributaria se suma el pánico que desató el anuncio del aumento del precio de la gasolina a través de mensajes atropellados que comenzaron con la nueva salida en falso de la pintoresca ministra de Minas Irene Vélez, y continuaron con la notificación vía Twitter del presidente Petro.
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Según el mandatario, “el déficit de estabilización de precios de los combustibles por falta de pago del gobierno anterior es de 10 billones por trimestre. Es decir casi 40 billones anuales. Casi la mitad del déficit del presupuesto nacional”. Y continuó: “El congreso puede adelantar el debate sobre la estructura de precios de los combustibles, y de su indexación con los precios internacionales del petróleo, que incluye la compra de petróleo que Ecopetrol hace al interior del país a precio internacional”.
Un galimatías que nadie entiende. Lo cierto es que la voluntad del gobierno, tal y como ha planteado el hombre fuerte del petrismo en el congreso Gustavo Bolívar, es la de subir el precio de la gasolina, eliminando parte del subsidio que sobre el combustible se fija a través del llamado fondo de estabilización de precios.
Eso, en criterio de expertos del sector hidrocarburos, significará que el galón de gasolina corriente subirá más o menos en un 60% con lo que se generará un impacto inmediato en la inflación.
Se estima que, por cada 10 puntos porcentuales de aumento en el precio de la gasolina, se tendría un crecimiento de medio punto en la inflación. En ese orden de ideas, la inflación que ahora está alrededor del 11% podría llegar al 14%. ¡El gobierno del cambio!
El debate se ha adelantado con argumentos y razones mentirosas por parte del gobierno y de sus voceros. El petrismo procura culpar al gobierno anterior por la crisis, desconociendo que una de las razones fundamentales por las que la administración Duque no subió el precio de la gasolina fue, precisamente, por el impacto de la pandemia en la economía. La otra razón fue, precisamente, para contener el aumento de la inflación como bien ha explicado el exministro de Hacienda José Manuel Restrepo.
El gremio de camioneros, con toda la razón, ha puesto el grito en el cielo anunciando protestas que tendrían unos efectos negativos en todo el país en términos de movilidad y abastecimiento. No se equivocan los transportadores al señalar que el gobierno nacional no puede solucionar los huecos que hay en el fisco a través de medidas improvisadas que tienen grandes efectos en el bolsillo de los ciudadanos.
Lo cierto es que el gobierno nacional está empleado a fondo en su propósito de asfixiar a los ciudadanos. Con impuestos impagables y ahora con el aumento de la gasolina, sin olvidar el maremágnum que se producirá cuando la ministra de Trabajo comunista saque adelante la brutal reforma laboral que está preparando para el año 2023.
Publicado: septiembre 13 de 2022
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