El anuncio anticipado de los partidos políticos que tienen bancadas representativas y decisivas en el Congreso de la República en declararse “partido de gobierno” ha causado revuelo entre la opinión pública, en especial la de partidos como el Partido Conservador que es ideológicamente opuesto al nuevo gobierno.
Estas decisiones anticipan que el gobierno del presidente Gustavo Petro tendrá mayorías en Senado y Cámara de Representantes; las mismas mayorías que han tenido los anteriores gobiernos. El tema de las mayorías en el Congreso en nuestro sistema presidencialista y centralista no es nuevo ni relevante, lo realmente relevante es conocer quién o quiénes asumirán la oposición en el Congreso que se posesiona mañana.
Lo políticamente correcto es que la oposición la asuma el candidato presidencial derrotado en la segunda vuelta como lo indica el estatuto de oposición, pero, las decisiones y acciones incoherentes y desconcertantes que tuvo Rodolfo Hernandez en la segunda vuelta y posterior a su derrota indican que su posición y comportamiento en el Senado no será precisamente la de un jefe de la oposición; dudas que crecen ante el interrogante sobre el tiempo que permanecerá en el Senado de la República.
La oposición política no se funde solamente en un anunció reglado, la oposición política exige altura, disciplina, coherencia, contenido, argumentos, que van más allá de pancartas en curules, arengas, hashtag en redes sociales. Álvaro Uribe y Gustavo Petro ejercieron en sus respectivos momentos como jefes de la oposición desde el Senado de la República, dos figuras antagónicas pero profundos y contundentes a la hora del debate: esas cualidades les permitió ganarse el respeto entre sus contradictores y el acatamiento entre sus bancadas y seguidores.
La ausencia -por ahora- de un jefe natural y político de la oposición al interior del Congreso por la falta de liderazgo entre los congresistas destinados a ejercerla exige la concertación de una agenda que defina los postulados y capítulos que sirvan de marco estratégico para el ejercicio de la oposición no solo al interior del Congreso. Esta agenda opositora debe estar enfocada en temas fundamentales y reales que viene pidiendo la ciudadanía y que pasan por el necesario mejoramiento de la calidad de vida de la gente. Es clave que esa agenda opositora incorpore los temas de las regiones en un país que dejo de ser centralista y bogocentrista.
Seguir machacando sobre temas del pasado es seguir deambulando en lo que pudo ser y no fue, en lo que definitivamente no será. La oposición debe centrar sus debates en la defensa de la salud, de la propiedad privada, de los pensionados, del empresariado, de los temas sociales, defender la constitucionalidad de las Fuerzas Militares; sumado a la necesaria agenda propositiva que debe pasar por la solución a los problemas de las ciudades, sostenibilidad ambiental, educación de calidad, nuevas tecnologías…; la oposición también es meterse en los temas abandonados y colonizados por la izquierda.
La oposición como lo decía Álvaro Gómez debe ser reflexiva, eso se debe de entender, leer, y aplicar, para no caer en una oposición populista y radical que opaque el necesario debate que merecemos los colombianos no solo al interior del Congreso sino también en todos los escenarios democráticos que nos brinda el mundo moderno. Esta nueva etapa de la vida política de Colombia debe ser una oportunidad para todos, donde los valores democráticos prevalezcan por encima de los interés naturales de los actores políticos.
Publicado: julio 19 de 2022
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