Los socialcomunistas son unos profesionales del engaño y de la mentira. Como el lobo recubierto con la piel de una oveja, Petro se presentó ante una notaría con el fin de asegurar que en ningún caso permanecería más de 4 años en el poder.
Lo mismo dijo Chávez en 1998, cuando alguien le preguntó si respetaría el periodo de 5 años para el que buscaba ser elegido. Fue más allá al decir que si cumplía sus objetivos antes de que culminara el quinquenio, renunciaría a la presidencia.
Tomó posesión jurando sobre lo que él llamó “esta moribunda constitución”. Dos meses después, estaba eligiéndose -con una abstención superior al 60%- la asamblea constituyente que fue la plataforma sobre la que se entronizó la dictadura que completa 23 años en el poder.
El mismo día en que el presidente Uribe fue secuestrado por la corte suprema, Iván Cepeda anunció que esa privación ilegal de la libertad era el punto de partida para la consolidación de un régimen de por lo menos 12 años.
Los socialcomunistas y sus lugartenientes matizan la amenaza diciendo que los “grandes cambios” no pueden introducirse en tan solo 4 años, razón por la que se requerirá una continuidad. Al preguntárseles por la reelección, salen por la tangente indicando que basta con que otra persona del denominado ‘Pacto Histórico’ sea elegida para avanzar en la implementación de la agenda socialista.
El anuncio más reciente provino de nadie menos que del cuestionado Roy Barreras. Volvió a la carga ratificando que su nueva corriente ideológica tendrá que permanecer en el poder durante 3 periodos consecutivos.
Así normalizan el asunto. Primero vendiendo la necesidad, luego ambientándola en el Congreso y después implementándola.
Pesa en el ambiente la posibilidad de una Constituyente o la aprobación tramposa -a través del denominado fast track– de un paquete de actos legislativos propuestos por el próximo gobierno. Entre las iniciativas, pude ir “ensanduchada” la reelección presidencial o la ampliación del periodo, de 4 a 6 años.
En 2015, uno de los principales promotores de acabar con la reelección fue el entonces santista Roy Barreras. Seis años después, en condición de petrista, será el más entusiasta de los patrocinadores de la reincorporación de esa figura. Con la misma velocidad con que cambia de partido, Barreras cambia de ideas, pues no cree en nada distinto que en su beneficio económico.
No tiene porqué sorprender que muy pronto los colombianos estén en medio del debate sobre la reelección presidencial. Petro tiene unas holgadas mayorías parlamentarias. Muchos de los congresistas que anunciaron su apoyo al nuevo gobierno lo están haciendo con la expectativa de que el Ejecutivo les tire algunas moronas de la burocracia. Quizás se queden esperándolas, pues no es muy seguro que Petro vaya a cumplirles. Y más bien, por cuenta de la cacareada comisión anticorrupción que presidirá el brutal Iván Velásquez, esos parlamentarios terminen marchando al ritmo que les ponga el gobierno, por el temor de terminar en la cárcel como consecuencia de las pesquisas y/o montajes que hará Velásquez, conocido de autos por su habilidad para falsificar expedientes.
Publicado: julio 18 de 2022
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