Uno de los principios fundamentales de la democracia liberal es el de permitir la empresa y la libertad de acción económica de los individuos. En su obra imprescindible -Camino de Servidumbre- el economista austriaco Frederich Hayek hace una completa exposición sobre la intervención en la economía, la planificación, la democracia y los daños que causa el intervencionismo.
Es evidente que en una economía de mercado la libertad debe imperar y el Estado no tiene porqué entrometerse en las actividades de los particulares, siempre y cuando estas sean lícitas. En palabras de Hayek (capítulo 6): “…El Estado tiene que limitarse a establecer reglas aplicables a tipos generales de situaciones y tiene que conceder libertad a los individuos en todo lo que dependa de las circunstancias de tiempo y lugar…De aquí el hecho familiar de que, cuanto más ‘planifica’ el Estado más difícil se le hace al individuo su planificación”.
La errática ministra de agricultura designada, la samperista Cecilia López Montaño en una entrevista para el diario El Tiempo abrió sus cartas y notificó que el gobierno de Petro pondrá en marcha una brutal operación de planificación económica rural que irá a acompañada de impuestos impagables contra los campesinos que no dediquen sus tierras a la actividad económica que ordene el gobierno.
La designada advirtió que el gobierno entrante implementará una reforma agraria que tiene varios propósitos. Uno de ellos, lograr que un millón de hectáreas sean dedicadas al cultivo de maíz. Y para ello, puso en la mira a los ganaderos. En palabras de la señora López: “Nos genera gran preocupación que mucha tierra fértil para la producción de alimentos está hoy dedicada a la ganadería extensiva”.
Y para salir esa tal “preocupación”, el gobierno socialcomunista obligará a los ganaderos a migrar su actividad económica hacia lo que el Ejecutivo disponga. Y para lograr su propósito, se establecerá lo que la ministra ha llamado un “catastro multipropósito”, figura que, según ella, “…fijará un impuesto equivalente a lo que debería pagar un predio si fuera bien explotado. Al que tiene una cabeza de ganado en una tierra muy fértil le caerá un impuesto muy alto. ¿Cuál es su alternativa? Volver más intensiva su ganadería o dedicarla a la agricultura si esa tierra es apta para eso…”.
El exfiscal Néstor Humberto Martínez se preguntó cómo hará el próximo gobierno para fijar y cobrar ese impuesto predial si la Constitución dispone que dichos tributos sólo pueden ser fijados por los municipios.
Formalmente, Petro y los suyos dicen que no expropiarán, pero la implementación de sus políticas agrarias conducen al expolio: si el campesino no dedica sus tierras al cultivo de lo que ordene el Gobierno, será objeto de la vindicta oficial a través de impuestos impagables. Y la ministra designada, sin sonrojarse, advirtió que quien no tenga la manera de sufragar los gravámenes, deberá proceder a venderle la tierra al Estado -¿A qué precio?- y éste, el Estado, distribuirá esos predios entre los campesinos.
EL KULAK PETRISTA
En la Rusia soviética, el propietario de tierras, denominado ‘Kulak’, era catalogado como el enemigo del pueblo. Lenin y Trotski emprendieron una despiadada política de ‘deskulakización’ consistente en quitar la tierra a sus dueños. Tal como anhela la próxima ministra de agricultura, los campesinos se agremiaron y explotaron dichas extensiones, eso sí cumpliendo los lineamientos estatales, con metas fijadas desde un despacho oficial.
Petro ya decidió que deberá haber 22 millones de hectáreas con vocación agrícola y ordenó, así mismo bajar de 34 a 15 millones las hectáreas dedicadas a la ganadería. ¡Comuníquese y cúmplase!
COMPARACIÓN CON CUBA
No está de más hacer una revisión de lo sucedido en Cuba a comienzos de la década de los 60 del siglo pasado, luego de que el régimen dirigido por Fidel Castro ordenara la expropiación de los cultivos de caña con la tesis de que era necesario poner en marcha una política de diversificación agrícola.
Mas de 130 mil hectáreas de caña fueron arrasadas en 1961, causando, como es natural, un desplome en la producción azucarera. En cuestión de dos años se pasó de 6.8 a 3.9 millones de toneladas métricas.
En 1964, Castro tuvo que reversar su orden, pues la caída del ingreso de divisas como consecuencia de la baja exportación azucarera afectó dramáticamente las finanzas de la isla.
El sátrapa hizo pública su nueva decisión: su país se concentraría única y exclusivamente a la siembra de caña, para llegar en 1970 a la producción de 10 millones de toneladas métricas de azúcar. Su propósito: Cuba sería el principal proveedor de azúcar de los países del ‘pacto de Varsovia’.
Ni el más optimista miembro del régimen creyó que la meta ordenada por Castro podría alcanzarse. Y la producción agrícola no se estimula con discursos, como ahora está haciendo en Colombia la amenazante ministra Cecilia López.
Llegó 1970, Cuba quedó devastada. La mano de obra exhausta y la producción escasamente llegó a los 8.5 millones de toneladas. El costo financiero fue elevadísimo y, en vez de lograr un ensanchamiento de sus finanzas, el país se empobreció aún más.
Colombia hoy tiene poco más de 100 mil hectáreas sembradas con maíz. La orden de Petro es llegar al millón. Es imposible alcanzar esa meta, pero seguramente hará lo mismo que Fidel Castro hace 60 años para acercarse a su objetivo. Todo a un costo impagable, llevándose por delante la próspera industria agrícola colombiana y, por supuesto, triturando el derecho a la propiedad privada de millones de colombianos que hasta el día de hoy son libres de dedicar sus tierras a la producción de lo que ellos saben hacer.
Publicado: julio 11 de 2022
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