Hace varios años un Senador definió en una reunión que era el Congreso de la República. Para este curtido político santandereano, “el Congreso es igual al país, integrado por gente honrada, decente, inteligente, respetada, pero también integrado por ladrones, contrabandistas, paramilitares y guerrilleros, putas y maricas, pastores y charlatanes…”
En esa oportunidad quede enmudecido porque en ese momento creía que el Congreso era la cúspide de los méritos, la meca de los sabios, fuente del buen ejemplo. Pero muy pronto entendí que, si existía un recinto, que represente claramente lo que somos como sociedad es precisamente el Congreso; no existe un espejo que refleje con mayor claridad la verdadera cara de Colombia como lo hace el Congreso.
Recuerdo esa descripción (del Congreso) por la reciente indignación que causaron los hechos que rodearon la posesión e instalación del nuevo Congreso de la República donde en un acto lamentable y bochornoso fue saboteado el discurso del presidente de la República en reiteradas ocasiones, y por la manera pintoresca y circense en que varios Senadores y Representantes a la Cámara se vistieron y comportaron.
Olvidamos muy rápido o no entendemos que los congresistas son la representación directa de los ciudadanos, de las regiones, del país; son lo que somos.
Si el Representante a la Cámara Andrés Cancimanque utiliza tacones en su posesión es porque quienes lo eligieron en el departamento del Putumayo les parece lo último, están de acuerdo, por eso lo eligieron, para que ande en tacones, así eso no solucione los problemas de miseria y pobreza que padece esa región cocalera del país.
Porqué se extrañan del comportamiento de la bancadas del Pacto Histórico y del Partido Verde, quienes prefirieron el grito y la arenga en medio del discurso presidencial que esperar el momento de la réplica para contradecir al presidente Duque; Acaso no llevamos décadas acudiendo al ruido, al grito, a la perturbación, para impedir escuchar al contradictor, a quien piensa diferente. No les quedo claro que en el país del Sagrado Corazón prefirieron incendiar todo antes que escuchar los argumentos de los técnicos y políticos que promovieron la reforma tributaria del 2021.
Si las primeras propuestas que se escuchan en este nuevo Congreso es que se legalice y regule el cultivo y consumo de cocaína y marihuana, y que el control de ese negocio criminal lo ejerza el Estado, es porque existen miles y miles de ciudadanos que avalan que este país se sumerja más y más en el infierno del consumo de drogas psicoactivas así se lleve por delante hasta sus propios hijos. Acaso olvidaron que en Colombia está prohibido combatir los cultivos ilícitos gracias a una sentencia de la Corte Constitucional. El problema de Colombia no es el Congreso, el problema de Colombia es la gente que elige el Congreso y que lo rechaza a los ocho días de haberlo elegido, la misma gente que en todas las encuestas lo raja en favorabilidad, pero en la primera oportunidad le pide al congresista que les haga la vuelta para rebajarle la sanción de tránsito. Vivimos en el lodazal y nos asustamos porque en las fotos que se publican salimos untados de estiércol.
Publicado: julio 26 de 2022