Parece que la ola de invierno de este año haya caído con anestesia incluida y tenga a la gran mayoría de compatriotas dormidos y sin que se den cuenta lo que nos está corriendo pierna arriba. Estamos ad portas de una constituyente donde nos van a cambiar totalmente las reglas del juego.
Desde el 19 de junio han venido metiendo tema por tema en pequeñas dosis, al estilo de la parábola de la rana, que, como se sabe que salta cuando la echan al agua hirviendo y se salva, la meten primero en el agua, más bien, y, luego, la calientan poco a poco para que no se dé cuenta de su destino. La primera dosis, la presidencia del Congreso de Roy Barreras, que un mes antes era un imposible moral.
Todos y cada uno de los pronunciamientos ha sido programado y hecho milimétricamente para que pase desapercibido, obviamente ayudado por una parte de la prensa que ha sido servil y que ya sabemos que les colabora por su afinidad ideológica.
Como el comunismo es un modelo de gobierno prehistórico, que fue un fiasco en todos los países donde se instauró, lo mínimo que debían empezar a mostrar eran las cabezas de los dinosaurios, allí llegaron los nombramientos de ministros que al parecer llevan años militando o siendo cómplices de los grupos subversivos y narcotraficantes, personajes como Álvaro Leiva y Patricia Ariza, y claro no podía faltar el legado del gobierno del ochomil, Samper, representado por José Antonio Ocampo y Cecilia López que fueron ministros de ese gobierno.
Al cabo de los días aparecen nombramientos más disruptivos como la nueva ministra de Salud, Carolina Corcho, que tiene claro acabar el sistema actual y devolvernos a ese nefasto sistema público que tuvimos hace 30 años donde no había cobertura, pero tampoco atención: los enfermos se morían en los corredores de los hospitales públicos. Dentro de poco seguro se hablará de misiones cubanas de médicos y del fin de las EPS. Ya se informó del nombramiento también de Susana Muhamad, nueva ministra de Medio Ambiente, quien ya dijo que cero Glifosato y fracking. Esto nos pasó con vaselina, como si estos dos temas fueran sin relevancia para nuestro futuro. Por un lado, están en juego nuestros ingresos y reservas petroleras, y, por el otro, la guerra contra el narcotráfico que al parecer tiraremos la toalla.
Los últimos pronunciamientos son devastadores: acabar la Procuraduría General de la Nación, crear más ministerios, uno obviamente para Francia, nuestra flamante vicepresidenta, y trasladarle el control de la policía a ella, que de paso se aprovecha su cercanía con la primera línea.
Mientras todo esto pasa, los políticos corruptos que se arrodillaron al gobierno siguen esperando qué migajas les van a dar, con los ojos cerrados ante este camino que van recorriendo.
Todo esto ha pasado con cucharita, mientras se habla de una reforma tributaria ilusa de $50 billones que es inviable sin tocar el IVA. Creen que lo logran cobrando más impuestos a los asalariados y con impuesto al patrimonio que es una expropiación en cuotas anuales. Esa receta acaba la inversión privada y aumenta la informalidad.
Los que si la tienen clara son los extranjeros y los inversionistas que están sacando recursos a manos llenas, el dólar ha subido más de 400 pesos, el ADR de Ecopetrol ha caído más del 35% y el riesgo país tiene un aumento de casi 100 puntos básicos reflejado en el EMBI Colombia. Los analistas económicos, que le han restado importancia a estas cifras, pareciera que están en la misma olla que la rana.
Esperen y verán que la constituyente llega porque llega. No tienen otra manera de hacer muchos de los cambios que quieren incluyendo el fin de la Procuraduría y la futura reelección indefinida de la que tanto se habla en los corrillos.
Publicado: julio 11 de 2022
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