Quienes no estábamos apoyando a Rodolfo Hernández en la primera vuelta porque, como es mi caso, acompañábamos a ‘Fico’ Gutiérrez, entendemos, aceptamos y no cuestionamos el triunfo del ingeniero. Tanto es así que desde el mismo domingo de las elecciones anunciamos cuál sería nuestro voto de cara a la votación definitiva del 19 de junio.
Rodolfo Hernández nos ganó en franca lid. Su discurso caló, conquistó a millones de electores y se impuso en las urnas. Ese resultado se constituye en un mensaje clarísimo para las estructuras políticas tradicionales y para la clase política en general.
Pero ahora, en esta segunda vuelta debemos priorizar y entender que el propósito de un amplio sector de la ciudadanía es el de derrotar a Petro, de impedir democráticamente que él se tome el poder porque si lo logra, difícilmente lo soltará.
En lo particular, me embarga el temor de lo que pueda suceder el domingo 19 en caso de que, como indican los sondeos, Rodolfo Hernández gane las elecciones. ¿Petro va a aceptar el resultado sin importar el margen de diferencia en número de votos? O, en cambio, ¿va a estimular la violencia con el cuento improbado del fraude?
Esos comentarios suyos en el sentido de que si pierde estas elecciones volverá a las andanzas de cuando tenía 20 años son una amenaza inaceptable. A esa edad, Petro estaba delinquiendo en el grupo terrorista M-19.
Tenemos que ganar por un margen amplísimo y acabar de una vez por todas con la tesis de que la mitad del país comulga con las ideas de la izquierda. Por eso rechazo de plano esos llamados impolíticos e inoportunos para votar en blanco. Estando en juego el futuro de Colombia, no se admiten posiciones ambiguas. La democracia decidió que la segunda vuelta sea entre Petro y el ingeniero Hernández. Esa realidad es inalterable y por eso tenemos que jugárnosla a fondo para ganarle al socialista, con una diferencia de votos significativa.
Votar en blanco significa darle una gabela al que va ganando, que en este caso es Gustavo Petro quien obtuvo una ventaja de 2.6 millones de votos en la primera vuelta sobre Hernández. Ese desequilibrio evidentemente no se corrige con los votos en blanco.
Cuando una nación se juega su futuro, su libertad y sus garantías democráticas, la grandeza de sus ciudadanos debe imponerse a través de una decisión que le cierre la puerta al elemento generador de los riesgos.
Espero que quienes llaman al voto en blanco entren en razón y que en estos pocos días que nos separan de la segunda vuelta replanteen su posición y salgan a votar decididamente en contra de Petro.
Fijémonos el propósito de lograr la votación más alta de la historia en una segunda vuelta, apuntémosle a que más del 60% del censo electoral -39 millones de personas- vaya a votar el 19 de junio. Que la voz del pueblo se haga sentir a través de un veredicto que no deje espacio para ninguna duda.
Publicado: junio 6 de 2022
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