Todas las mediciones estadísticas de cara a la segunda vuelta le apuntan a una misma conclusión: el resultado será absolutamente cerrado.
Quien gane el 19 de junio lo hará por un margen muy estrecho.
Los sondeos indican que entre Petro y Hernández hay una diferencia -a favor del ingeniero- de poco más de 2 puntos porcentuales lo que significan alrededor de 400 a 500 mil votos.
Mucho se ha dicho del voto en blanco que en la primera vuelta fue del 1.73% (366 mil votos). En las encuestas el voto en blanco aparece muy alto con un 6% en promedio. Si ese resultado se viera reflejado en las elecciones, se estaría hablando de alrededor de 1.3 millones de votos, cifra nunca antes vista en unas elecciones presidenciales.
Es muy posible que buena parte de quienes manifiestan su inclinación por el voto en blanco en realidad sean electores vergonzantes de Rodolfo Hernández. Ciudadanos que sientan simpatía por el candidato outsider pero que no tengan mayor interés de entrar en polémicas ni debates sobre su preferencia electoral, algo que es absolutamente legítimo.
Los petristas sienten que ganaron las elecciones, pero los números de las encuestas se encargan de desmentirlos. En la primera vuelta, Petro sacó el 40.32% de los votos. En las encuestas se refleja un crecimiento de apenas 4 puntos porcentuales.
A diferencia del candidato socialcomunista, el ingeniero Hernández, que obtuvo el 28.15% de los votos de la primera ronda, observa un incremento en la intención de voto de 18.8 puntos porcentuales.
En cualquier caso, se avizora una elección muy cerrada donde la diferencia a favor del ganador no será superior al 5%.
Colombia se está jugando el todo por el todo. Nunca antes la libertad democrática había estado en un riesgo tan elevado. Por eso, no es momento para hacer valoraciones profundas, ni acometer grandes debates filosóficos. Este es un asunto de elemental supervivencia. Petro significa el fenecimiento de la democracia; Rodolfo el de la supervivencia de la misma. Así de simple.
Publicado: junio 9 de 2022
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