En octubre del año pasado escribí acerca de la conveniencia de reabrir comercialmente la frontera con Venezuela. Una propuesta que puede cuestionarse desde un purismo dogmático que rechace cualquier contacto con Maduro, pero que económicamente tiene todas las justificaciones posibles.
Tan es así, que más allá de las disputas ideológicas y políticas hay una realidad y es que Colombia necesita volver a acceder al mercado venezolano. A lo largo de nuestra historia el vecino País fue uno de nuestros dos principales socios comerciales, siendo el otro Estados Unidos, y tanto las exportaciones como los Departamentos de La Guajira, Cesar, Norte de Santander y Arauca están urgidos por recuperarlo.
Y no es para poco. Hace una década larga el comercio con Venezuela significaba cerca de US$7.000 millones anuales y ciudades fronterizas como Cúcuta concentraban casi el 70% de la operación, lo cual se traducía en empleos, recaudo tributario, turismo, etc. Lógicamente, la fractura de esta dinámica causó múltiples afectaciones en el vecino País, pero también se sintió con fuerza en Colombia.
En este contexto, fue bastante positivo que en campaña ambos candidatos, tanto Petro como Rodolfo, propusieron la reapertura de la frontera. Obviamente, con matices diferentes. El primero con una cercanía natural a Miraflores y el segundo aplicando un pragmatismo comercial: que los venezolanos solucionen internamente sus problemas políticos mientras nosotros nos beneficiamos de la relación económica.
Aunque todos queríamos que la segunda visión fuera la que triunfara, de nada sirve llorar sobre la leche derramada. Lógicamente habrá que ver hasta qué punto la reapertura comercial de la frontera oxigena políticamente al Gobierno de Maduro. Eso es algo frente a lo cual hay incertidumbre y que solo el tiempo dilucidará. Sin embargo, mientras eso sucede, debemos concentrarnos en nosotros y recuperar una relación que puede significar mejoras en la calidad de vida de los millones de colombianos que viven en los Departamentos fronterizos.
Además, por más que no nos guste, lo cierto es que Maduro no se cayó. El cerco diplomático se evaporó con el tiempo, la esperanza de Guaidó no terminó en nada y es altamente descartable, por no decir imposible, la idea de una operación militar extranjera que llegue a derrocar al régimen. Si Estados Unidos no intervino en Ucrania, mucho menos lo va a hacer en Venezuela.
Por eso, siendo ese el crudo panorama, lo que más le conviene a Colombia es recuperar su relación comercial con Caracas. No podemos pretender arreglar políticamente algo que ni siquiera los propios venezolanos han podido solucionar ni seguir teniendo las puertas cerradas a un mercado necesario por tener diferencias ideológicas con la contraparte.
En últimas, este tema fronterizo debe analizarse desde una perspectiva de País, dejando a un lado las pasiones ideológicas y pensando qué le conviene más a las regiones que colindan con territorio vinotinto.
Publicado: junio 25 de 2022
4.5