Colombia tomó la decisión de cambio el pasado domingo y votó en contra del establecimiento. Uno de los ganadores anunció su victoria desde el Salón Rojo del Hotel Tequendama, el mismo sitio desde donde el establecimiento derrotado festejaba sus triunfos. El otro ganador, simple y con olor a provincia saludó desde la cocina de su casa. No había cámaras o luces, solo una propuesta luminosa que anhelamos los colombianos de bien, que somos la mayoría: lucha frontal contra la corrupción. ¡Cero impunidades!
El ego del primer ganador solo cabe en el emblemático Salón Rojo, con alfombras, tarima llena y escondiendo sus alfiles. Esas columnas sostenidas con cementos de impunidad y que el control social de la sociedad civil esta esperando que sean castigados. Es un candidato elocuente, de fácil conexión con el público, pero utiliza las emociones negativas como vehículo. Odio y destrucción, caos y hoy luce desesperado buscando, sin filtro moral, cualquier apoyo. El miedo es el gran ladrón de la felicidad y los colombianos no merecen este hurto de quien propone un cambio con clima deletéreo. Con nostalgia, la que da el casabe: ¿qué se hizo el muchacho romántico de la tierra de la Aventurera que quería cambiar el mundo y agujereo los filtros morales?
El otro ganador lo conocemos como “el Ingeniero” o “El viejito”. Tiene 77 años y con una envidiable vitalidad cerebral. El cerebro del adulto mayor alcanza su pico académico a los 72 años y tiene una concentración superior de mielina cuya función es aumentar la velocidad de la transmisión de los impulsos nerviosos. Las habilidades cognitivas con esta gasolina extra se aumentan. El cerebro del adulto mayor en el momento de decidir utiliza los dos hemisferios cerebrales, derecho e izquierdo. Es decir, las habilidades espaciales y creativas del derecho y la capacidad de análisis y resolución del izquierdo. Es un cerebro que conduce a decisiones armónicas.
El cerebro del viejo no tiene la agilidad del muchacho, pero es más efectivo pues gasta menos energía y no corre por atajos o sesgos. Ramon y Cajal decía: “cada uno es el arquitecto de su propio cerebro”. Siembra en la juventud reserva cognitiva, para tener un cerebro vital en la vejez y especialmente tener más proyectos que vida. Los que se pensionan y clausuran su vida se mueren temprano. El cerebro del “viejito” está preparado emocional e intelectual para los grandes desafíos que necesitan Colombia. Nuestros indígenas lo sabían muy bien; las grandes decisiones de la tribu pasaban por Consejo de Sabios o el Consejo de las Canas. Los problemas mayúsculos se estudiaban en este centro de pensamiento y hoy, la gerontocracia, es el estilo de gobierno de muchas naciones del mundo.
Alguien cercano, Biden en USA con 79 años. En Asia liderazgo de los mayores. El Papa Francisco (85) en la Iglesia Católica Son estos unos ejemplos sueltos de la plasticidad cerebral y como estos adultos mayores, protagonistas de altas responsabilidades del estado, construyen nuevas redes sinápticas durante su desempeño. El cerebro es ante todo una estructura social y son las relaciones y los proyectos lo que lo mantiene activo. Pobre del adulto mayor que se queda sin oficio cuando se pensiona y peor aun lo que se enclaustran en la soledad. Esta es más mórbida que la hipertensión o la diabetes.
Al cierre de estas reflexiones veo con agrado como el precio del dólar cae y la divisa extranjera cuesta menos pesos. El optimismo en los mercados con la selección de Rodolfo. Ganan las empresas, se benefician los importadores y toda la gama de compras en el exterior. En este periodo pos-pandemia (contracción económica y atención de la emergencia sanitaria) necesitamos toda esta platica para robustecer nuestra economía y mejorar el déficit fiscal. Tapar el hueco de la corrupción y austeridad es lo acertado, es el trascendente mensaje del Ingeniero quien es un referente del envejecimiento positivo y por eso fue elegido.
Diptongo: Rodolfo construye nuestras soluciones. Hay cerebro, racional y emocional, para hacerlo.
Publicado: junio 3 de 2022
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