El desplome del suntuoso y majestuoso Hotel Saratoga de La Habana, ubicado a pocos metros del otrora imponente y hoy desvencijado Capitolio Nacional de Cuba, evidencia el avanzado estado de pauperización urbana que exhibe la capital cubana, pero más que eso, la larga y dolorosa agonía que padece su pueblo a manos del régimen comunista que desde hace más de 50 años mantiene secuestrada la isla.
En el siniestro murieron más de 22 personas y decenas resultaron gravemente heridas tras el desplome del hotel, uno de los más clásicos y emblemáticos de La Habana, y todo, en medio del hermetismo y la indolencia del régimen dictatorial.
Si bien lo ocurrido, al parecer, fue un accidente ocasionado por una fuga de gas, se afirma, que fue consecuencia del abandono y del avanzado estado de deterioro que presentaba el inmueble derivado de su falta de mantenimiento.
No es la primera vez que se desploma una construcción en La Habana y son muchos los edificios ubicados en el centro de la ciudad y en el tradicional barrio de La Habana Vieja que amenazan con venirse abajo. De la ruina, la pobreza y la miseria impuesta por la dictadura comunista, no se salvan las edificaciones.
Durante décadas de esplendor de la próspera y adelantada Habana de mediados del Siglo pasado, el Hotel Saratoga era referente de progreso y lugar selecto de hospedaje de empresarios, inversionistas, celebridades y exigentes turistas.
Con la implantación de la dictadura en 1959, el régimen modificó el destino del hotel, el que terminó convirtiéndose en casa de inquilinato o vecindad, como consecuencia de su ocupación violenta por parte de centenares de enardecidos seguidores de la revolución.
En 1991, ante la caída del régimen socialista de la URSS y con ello, la pérdida del mayor aliado económico de la revolución, la dictadura se vio abocada a recuperar la posesión del hotel, reubicando a centenares de familias que hacinadas allí vivían, y luego de hacerle algunas refracciones ornamentales de nuevo lo abrió al turismo.
El desplome del Hotel Saratoga, pareciera ser premonitorio del comienzo del fin de la más cruel y sanguinaria dictadura que haya vivido el hemisferio. Tal y como lo demuestra la historia, el comunismo siembra ilusiones, sueños y esperanzas, pero solo cosecha, violencia, frustración y miseria.
Mientras la situación social, económica y política en Cuba cada día se torna más apremiante y desesperada, los ciudadanos cubanos siguen emigrando a Estados Unidos en número nunca antes visto desde que Fidel Castro se tomó el poder y desterró la democracia.
Según las autoridades estadounidenses, de seguir el éxodo masivo, es probable que al culminar el año lleguen cerca de 150.000 cubanos, cifra más alta que la del Éxodo del Mariel de 1980, cuando 125.000 cubanos emigraron a Estados Unidos luego que la dictadura permitiera el arribo de naves con bandera estadounidense para evacuar a los cubanos que querían abandonar la isla.
Durante décadas, los cubanos intentando huir de la represión, la hambruna y la devastación económica, se embarcaban en balsas desvencijadas y arriesgaban sus vidas para llegar a las costas estadounidenses; pero ahora, y en número récord, llegan caminando con la ayuda de Nicaragua, que a finales del año pasado eliminó la exigencia de visa para los cubanos, lo que les permite viajar por tierra a través de México hasta llegar a Estados Unidos, y con lo que Daniel Ortega, dictador de Nicaragua, busca presionar a Estados Unidos para que remueva las sanciones impuestas al régimen de La Habana.
La inconformidad de la población cubana va en aumento y desde el año anterior las protestas se han intensificado por la carestía, la falta de alimentos y medicamentos, y por las frecuentes suspensiones en el suministro de servicios públicos.
Las protestas ya empiezan a desbordar la capacidad represiva del régimen, a pesar del endurecimiento de las acciones de persecución y enjuiciamiento desplegadas contra más de 700 cubanos por participar en marchas, entre ellos, algunos adolescentes condenados a cerca de 30 años de prisión.
El desplome gradual e irreversible de la dictadura, está esperanzando al pueblo cubano con el fin del fallido y desvencijado régimen impuesto por los hermanos Raúl y Fidel Castro, y ahora prolongado por el remedo de dictador Miguel Díaz-Canel.
A pesar de las detenciones y desapariciones de miles de opositores de la dictadura, la semilla reprimida de la libertad empieza a germinar en la isla y hacia Cuba soplan vientos de libertad, y, al parecer, esta vez, no serán pasajeros.
COLOFÓN 1: Ojalá que en Colombia, la juventud desinformada y los ciudadanos desorientados, ingenuos e incautos adviertan, lo que podría suceder de llegar Gustavo Petro al poder, quien no oculta ser obsecuente y desvergonzado amigo de las dictaduras de Cuba, Nicaragua y Venezuela.
COLOFÓN 2: Los hechos que vienen sucediendo en Cuba, de nuevo me hicieron rememorar mi primer viaje a la isla en el que conocí al dictador Fidel Castro, así como mis impresiones sobre la situación que padecía la isla 28 años después.
(ver: https://losirreverentes.com/agonia-de-una-ruidosa-dictadura/)
Publicado: mayo 9 de 2022
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*Rafael Rodríguez-Jaraba. Abogado Esp. Mg. Consultor Jurídico. Asesor Corporativo. Litigante. Conjuez. Árbitro Nacional e Internacional. Catedrático Universitario. Miembro de la Academia Colombiana de Jurisprudencia.
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