La campaña Petro resultó ser una bomba que detonó en la cara de los colombianos, tanto en las de quienes señalamos siempre sus peligrosos antecedentes -pasado terrorista, amigo de corruptos, carácter estigmatizador- como de muchos de los que creían en él ciegamente y que, con los recientes acontecimientos, han podido constatar el nivel de suciedad y podredumbre moral del candidato del llamado ‘Pacto Histórico” que desde esta semana pasó a denominarse “Pacto de la Picota”,
No viene al caso repetir lo que todos conocemos. Es el mayor escándalo de corrupción política así los más obsecuentes petristas quieran dar a entender de que se trató de un “entrampamiento”, excusa que nadie, con dos dedos de frente, creerá.
El hermano del candidato, que en muchísimas fotografías tomadas recientemente aparece en eventos de la campaña, luciendo la camisa oficial de la misma, se fue a hablar con la delincuencia organizada presuntamente para sellar un pacto de hampones con el fin de impulsar la aspiración presidencial del excabecilla del M-19.
Impunidad a cambio de votos. Esa era la apuesta del petrismo. Se les cayó la estantería gracias a que el país conoció la componenda. Si no hubiera sido por las fotografías que empezaron a circular hace una semana, Petro y los suyos jamás se hubieran referido al asunto.
Y entre más intentan aclarar, la situación enrarece aún más. De nada les sirvió poner al visitante de las cárceles, Juan Fernando Petro, a dar entrevistas desde un hospital, debidamente ataviado como si fuera un paciente en estado crítico con el propósito obvio de generar compasión.
Nada de eso. Este monumental escándalo le ha costado, gracias a Dios, la presidencia a Petro. E invoco al Altísimo porque habría sido insoportable que el ex guerrillero se
hubiera salido con la suya y que, ante una victoria, las puertas de los calabozos terminaran abiertas de par en par para permitir la excarcelación de esos corruptos y criminales que desde la Picota ayudarían a su victoria.
Si tuviera un ápice de dignidad, Petro debería proceder al retiro de su candidatura. Claramente no lo va a hacer. Su sed de poder es absoluta y eso explica las sucias alianzas que ha sellado en este nuevo intento por alcanzar la presidencia de la República.
Lo cierto es que Petro fabricó las minas, las sembró y él mismo se encargó de encerrarse en el campo. No tiene manera de salir de esta. Las explicaciones que ha dado son evidentemente insatisfactorias. Y así Daniel Coronel le haga entrevistas todos los días para que le perdonen sus pecados y salga del escándalo, el candidato de la ‘Colombia Humana’ por fin quedó en evidencia ante sus propios seguidores. Coronel parecía un corderito que olvidaba su cacareada contrapoder y Petro se veía en su salsa.
Petro cruzó la línea. Además de aliarse con las FARC, ahora presuntamente resultó buscando los votos de los presos por corrupción que se han robado el agua y la educación de los niños en la Guajira, sumido en la pobreza el Chocó y dejado en el caos sin obras a Bogotá.
Aunque hay petristas radicales que se han volcado con explicaciones ridículas, miles de sus seguidores han quedado, como se dice popularmente, “cabezones”. Y no es para menos. A cualquiera desconcertaría que su líder político apareciera haciendo alianzas, a través de su hermano, con corruptos, o con determinadores de masacres, como ocurrió en la cárcel La Picota.
Pregunto: ¿Habrá más reuniones de Juan Fernando Petro con personas al margen de la ley? ¿Qué otras pilatunas ha hecho el oscuro hermano del candidato? Entre cielo y Tierra no hay nada oculto y mucho me temo que en los próximos días la opinión conocerá nuevos hechos relacionados con el inquieto hermano de Gustavo.
Algo más: bien vale la pena que le pongamos el ojo a las andanzas de Piedad Córdoba, otra que no está quieta y que anda desesperada buscando la manera de impulsar -a través de maniobras sucias- la campaña petrista.
Publicado: abril 17 de 2022
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