Uno de los motivos principalísimos por los que el papa Juan XXIII tomó la decisión de convocar al ‘Concilio Vaticano II’ fue el de la necesidad de hacer modernizaciones en el seno de la Iglesia, empezando por la modificación del Código Canónico.
A aquel proceso de “modernización”, se le conoció como el ‘aggiornamento’ que traducido al español significa renovación.
Un proceso similar deberá emprender el partido Centro Democrático luego del duro revés que sufrió en las elecciones del pasado 13 de marzo, en las que perdió 5 curules en el Senado y redujo en más del 50% el número de escaños que tenía en la Cámara de Representantes.
El proceso de deterioro del CD empezó a registrarse en las elecciones regionales de 2019 cuando, a pesar de ser el partido de gobierno, observó unos resultados bastante desfavorables. En la meca del uribismo, Antioquia, se perdió la gobernación y la alcaldía de Medellín.
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Antes de que comenzara la cumbre convocada para el martes 15 de marzo por el presidente Uribe en la que participan congresistas actuales, congresistas electos y miembros de la dirección nacional del Centro Democrático, rodó la versión de que la señora Martínez llegaría con su carta de renuncia en la mano. Dicha dimisión no fue puesta en consideración.
En el arranque del encuentro, el presidente Uribe propuso la integración de un comité político integrado por María Fernanda Cabal, Paloma Valencia, Óscar Darío Pérez, Alirio Barrera y Miguel Uribe Turbay que tendrá la misión de buscar acercamientos con diferentes fuerzas políticas con el fin de definir cuál será el candidato que se apoyará antes de la primera vuelta.
Distintas voces, como la del senador electo Miguel Uribe Turbay, dijeron que lo evidente -que se ve reflejado en miles de militantes- es hacer la alianza con Federico Gutiérrez.
La situación del CD no es la mejor. La renuncia de su candidato presidencial Óscar Iván Zuluaga dejó al partido sin aspirante propio. La decisión de Zuluaga estuvo antecedida por una fuerte polémica desatada desde el momento en que se produjo su designación, pues el sector que acompañaba a su rival, María Fernanda Cabal, tendió un manto de duda respecto de la transparencia del proceso llevado a cabo.
La fractura interna lesionó de manera grave la campaña de Zuluaga. Nunca despegó.
Debe indicarse que Zuluaga se equivocó radicalmente cuando trató de aplicar la “disciplina para perros” al transmitir una señal impidiendo que los militantes del Centro Democrático participaran en la consulta del Equipo por Colombia.
Hoy, el CD es un partido que perdió la vocación de poder. Sus militantes, independientemente de la decisión de la estructura partidista, están dispuestos a sumarse a la campaña de Federico Gutiérrez. El temor que despierta la amenaza socialcomunista de Gustavo Petro es motivo suficiente para que los ciudadanos defensores de la libertad democrática se vuelquen rápidamente hacia la opción política capaz de contener la ola socialista.
Superado el proceso de toma de decisiones en relación con el apoyo al candidato Gutiérrez, el uribismo recogido en el Centro Democrático tendrá que emprender el largo pero necesario camino para la reconstrucción del partido. En ese proceso será fundamental el concurso de los dos jefes naturales del partido: los presidentes Uribe y Duque. Son ellos los llamados a liderar el aggiornamento que demanda la colectividad en la que creen millones de colombianos.
Publicado: marzo 16 de 2022
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