¿La inflación es el impuesto de los pobres?
Se va llegando la hora del final del gobierno Duque, con más pena que gloria.
Dentro de ese lánguido final, es perentorio para el nuevo gobierno, cualquiera que sea para 2022 – 2026, recibir lo que se conoce como el estado de las cuentas nacionales claras y el chocolate espeso.
Durante sus primeros días de noviazgo con la opinión, a Duque se le recomendó que hiciera un ejercicio al respecto para tener la visión de lo que se debería hacer.
Sobre todo, lo que no se debería hacer.
De tal forma que se nombró un comité de expertos para tener claridad sobre el estado de las cuentas económicas y contables de la nación, las cuales venían con un desajuste por cuenta del elevado nivel de gastos, deuda pública y déficit fiscal heredado de su antecesor, su mentor, Juan Manuel Santos.
Porque no nos olvidemos que Duque fue un alumno aventajado de Santos, desde muy joven.
Dicho comité nombrado por el entonces ministro Carrasquilla, de ingrata recordación, no sirvió para nada porque se engavetaron las recomendaciones.
De tal forma que las cuentas nacionales se fueron ajustando, o desajustando, para llegar a donde nos encontramos en estos momentos álgidos de debate político donde el electorado, con toda seguridad, le pasará la cuenta de cobro al gobierno Duque.
Donde el manejo económico, por lo demás, de la regla fiscal ha sido de lo más incoherente.
El primer indicador para tratar en el balance económico del periodo 2018 – 2022 es el de la inflación, el mal llamado por los economistas sociales de la universidad de los Andes, por ejemplo, el impuesto de los pobres.
¿La inflación solamente afecta a los pobres?
Según Brand: La inflación es un fenómeno económico que se manifiesta a través de una reducción constante del poder adquisitivo del dinero a través de una elevación de precios (Ver Brand: Diccionario de economía, 2013).
Es así como, si tomamos como punto de referencia la inflación causada para el 2021: 5.62%, la más alta en la historia reciente, como le gusta decir a Duque, lenguaje herencia de Santos, por lo demás; al final, ese incremento de los precios cinco veces más de lo esperado no solamente afecta a los pobres sino, también, al ciudadano de a pie como el suscrito quien ve como tiene que sustituir un producto por otro con el fin de hacer rendir su presupuesto.
El suscrito, por ejemplo, ha dejado de consumir el tradicional pan de rollito, el cual no solo ha sufrido un incremento sustancial de precio por cuenta del desabastecimiento de materias primas, sino una drástica reducción en su tamaño.
Pero, también, ese incremento se está viendo reflejado en las bebidas gaseosas como la Coca Cola, o en todos los productos de la canasta básica familiar los cuales han sufrido ajustes no una, sino dos y hasta tres veces en lo que va corrido del año 2022.
Ni, hablar del Chocorramo y demás golosinas, las cuales han visto menguadas sus ventas porque el suscrito decidió que no van más dentro de su presupuesto.
Y, de los huevos de Carrasquilla, ni se diga. Su precio está por las nubes.
Y, si le sumamos el incremento desproporcionado del S.M.V: 10.7%…
Y, se viene otro paro…
Deje, así, como diría el filósofo profano Andrés López.
Ese cuento chimbo que la inflación es el impuesto de los pobres es eso: Un cuento chimbo.
Puntilla: Mientras tanto, Duque viajando por las Europas, sin compasión con los contribuyentes. El caldo está listo.
Rafael Gómez Martínez
Publicado: febrero 15 de 2022
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