Para avanzar hacia el progreso, es necesario que todos los colombianos estemos de acuerdo, que la paz es fundamental y que solo se logra mediante la vigencia del orden y la justicia, y no de la ilusión y la impunidad, y qué a pesar de nuestras diferencias políticas e ideológicas, debemos unirnos y hermanarnos para fortalecer nuestra imperfecta democracia y consolidar sus instituciones.
Sobrecoge que la extrema izquierda radical, ajena a la mesura y la reflexión, insista en aprovechar la situación de emergencia sanitaria que seguimos padeciendo, para dividir, disociar y tratar de crear anarquía y caos. El odio y resentimiento que domina a sus dirigentes, los arrastra a desinformar y atribuirle al Gobierno todos los males y vicios consuetudinarios de nuestra sociedad.
Luego de tanta barbarie solapadamente promovida por la mal llamada “Colombia Humana”, los colombianos finalmente entendimos, que antes que tarde, tendremos que decidir entre defender y fortalecer nuestra democracia o abrazar la anarquía y el caos.
Es tiempo de conciliar posiciones y opiniones sin sacrificar principios, valores ni convicciones. Es tiempo de reagruparnos en torno a la institucionalidad y en contra de la violencia y el crimen. Es tiempo de mirar lejos y en perspectiva y pensar en el futuro de una Colombia mejor. Es tiempo de sumar. Es tiempo de edificar. Es tiempo de avanzar.
Necesitamos construir una unidad nacional fuerte, diversa y pluralista; monolítica, firme y solidaria, que nos integre en una fraternidad inquebrantable fundada en el respeto por la libertad, el orden y la justicia.
De ahí la decisiva importancia que tendrán las elecciones del próximo 13 de marzo para elegir Senadores, Representantes a la Cámara y participar en la consulta de candidatos a la presidencia que nos corresponda.
Si bien la democracia permite a todos elegir y ser elegidos, la gravedad de la situación no admite aspiraciones populistas, qué mediante ilusiones y promesas fallidas, ofrecen agenciar y resolver las angustias y los afanes populares.
Se requieren congresistas honorables, competentes y experimentados, capaces de alterar favorablemente la historia de la nación; aventajados en merecimientos y virtudes, dispuestos a comprometer esfuerzos y sacrificios insospechados para redimir una patria indolente, sin dios y sin ley, mancillada por el narcotráfico, la inseguridad y la violencia.
A Colombia le llegó la hora de decidir entre, democracia imperfecta o populismo comunismo. Por mi parte, con profunda convicción cívica, jurídica y académica, votaré por Gabriel Velasco Ocampo para Senado, porChristian Garcés Aljure para Cámara y por Federico Gutiérrez en la consulta del Equipo por Colombia, pero me someteré al querer y la voluntad de la mayoría.
COLOFÓN.
LLORA LA MAR.
Cuando muere un grande del mar, se enlutan los océanos, entristecen los vientos y se nubla el firmamento, y quienes tuvimos el privilegio de hacer parte de su tripulación nos sentimos reducidos, abatidos y replegados.
Por eso me declaro en duelo, ante el zarpe a la eternidad del Capitán de Navío Ricardo Rosero Eraso; notorio, notable, mítico e inolvidable comandante del Buque Escuela A.R.C. Gloria, con quien navegué durante 10 meses por los mares del mundo, y quien, probablemente, fue uno de los oficiales más brillante, distinguido y emblemático que haya tenido la Armada Nacional. El Capitán Rosero Eraso nació para navegar, para liderar y para inspirar a los demás. Para mí, fue un faro orientador y una estela confiable a seguir. Su partida me sobrecoge y quebranta.
Este fue el último mensaje que de él recibí: «Con Gabriel Arango Bacci navegué y con Rafael Rodríguez-Jaraba también; dos Caballeros del Mar. Excelentes marinos. Hombres de bien. Amigos del alma«
¡Capitán Rosero, buen tiempo, buen viento y buena mar!
Honor a su vida y paz en su tumba.
Partió un grande, Colombia necesita grandes.
Publicado: febrero 14 de 2022
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*Rafael Rodríguez-Jaraba. Abogado Esp. Mg. Consultor Jurídico. Asesor Corporativo. Litigante. Conjuez. Árbitro Nacional e Internacional. Catedrático Universitario. Miembro de la Academia Colombiana de Jurisprudencia.
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