La Real Academia Española define al sustantivo perogrullada como “verdad o certeza que, por notoriamente sabida es necedad o simpleza decirla”.
Pero hay ocasiones en las que resulta imprescindible acudir a aquellas para llamar la atención en momentos críticos como los que atraviesa Colombia: las elecciones se ganan con votos, no con ganas.
Craso error el que cometió la coalición del ‘equipo por Colombia’ al maltratar al Centro Democrático, uno de los pocos partidos que cuenta con una militancia organizada y disciplinada que le ha permitido ganar todas las elecciones recientes. Desde 2014 hasta 2018, el CD se ha impuesto holgadamente en las urnas. No viene al caso hacer un recuento de los resultados. Basta con traer a colación el hecho de que, en 4 años, la colectividad del presidente Uribe pasó de ser un simple grupo ciudadano a partido de gobierno con la bancada más grande en el Congreso de la República.
La coalición está integrada por políticos jóvenes sin mayor trayectoria ni estructura política, con excepción de David Barguil quien tiene detrás suyo al partido conservador. Federico Gutiérrez no tiene partido, ni respaldos parlamentarios, mientras que Alex Char goza de un apoyo focalizado en el departamento del Atlántico donde su familia ejerce un inocultable poder político. Los otros integrantes de la coalición son Enrique Peñalosa y la cuestionada exgobernadora del Valle Dilian Francisca Toro. El primero, ni siquiera logró conseguir las firmas suficientes para respaldar su candidatura y la segunda es reconocida por los escándalos en los que ha estado involucrada y no por su liderazgo político.
El Centro Democrático era el único partido capaz de sumarle votos a la coalición. Sin el partido del presidente Uribe, aquella quedará valiendo muy poco y el uribismo, por su parte, pierde aliados estratégicos que pueden ser muy útiles en la primera vuelta prevista para el mes de mayo del presente año.
La realidad política es muy compleja por cuenta de consolidación del socialcomunista Petro en el primer lugar, según las distintas encuestas de intención de voto que se han realizado en los últimos meses.
Para enfrentar esa amenaza se necesita de un candidato que logre recoger apoyos de distintos sectores. La sumatoria de esfuerzos es necesarísima en cualquier emulación política y más ahora, cuando las cifras son muy poco halagüeñas para los aspirantes que enarbolan un discurso antagónico al de Gustavo Petro.
El exalcalde Char aseguró que la razón por la que se opuso a la presencia de Óscar Iván Zuluaga se circunscribe al hecho de que no es sano que en la coalición del ‘equipo por Colombia’ haya integrantes que “polaricen”, argumento extremadamente débil pues en política las posiciones deben ser firmes, máxime en el momento que vive Colombia donde el régimen de libertades democráticas está en grave riesgo.
En 2022 no está en juego el poder político sino la supervivencia de los valores que engalanan a la República. La propuesta de Petro no se confronta con posiciones ambivalentes ni con discursos melifluos.
Sin Zuluaga, la coalición calificada de centro-derecha queda valiendo un centavo. Será una confrontación entre precandidatos sin votos y sin mayor reconocimiento. El candidato del Centro Democrático además de sumar votos, le aporta experiencia, seriedad, talante e ideas a ese grupo integrado fundamentalmente por exmandatarios locales.
Aunque difícil y con un elevado costo político, la decisión adoptada por Zuluaga y por el presidente Uribe de suspender acercamientos con la coalición es acertada. No puede perderse tiempo en la discusión de asuntos mecánicos con unas elecciones a la vuelta de la esquina.
Cada minuto de campaña es fundamental. A los ciudadanos les interesa conocer las soluciones a los problemas que los agobian y no los detalles de unas discusiones anacrónicas en relación con asuntos puramente procedimentales.
Aquello no significa que la decisión adoptada no tenga elevadísimos costos para el Centro Democrático, partido que a pesar de ostentar el poder presidencial y de ser el que tiene las mayorías en el Congreso pasa por un momento difícil por cuenta de la crisis generalizada que causó la pandemia.
Corresponde avanzar en la campaña y que sean los seguidores de los distintos candidatos los que pongan las condiciones. Al fin y al cabo, los aspirantes se deben a sus electores y serán ellos los que presionarán la toma de decisiones porque ciertamente es cada vez mayor el número de personas que registran con verdadero horror la posibilidad de que Petro gane las elecciones presidenciales.
Y no puede ser aceptable que por cuenta de unos pulsos risibles planteados por los precandidatos del ‘equipo por Colombia’ que están por debajo del margen de error en las encuestas se facilite el triunfo del aspirante neocomunista.
Publicado: enero 19 de 2022
3.5
5
4.5