Dentro de la esfera del actuar público y privado, el ser humano ha sido objeto de diversos análisis desde todos los puntos de vista, de tal forma que la vita activa, vida humana, estará siempre enraizada en un momento de hombres y de cosas realizadas por éstos, que nunca deja ni trasciende por completo (Ver: La condición humana, Arendt, 2021).
A su vez, el profesor Rodrigo Noguera Laborde, fundador de la Universidad Sergio Arboleda, junto con el Dr. Álvaro Gómez Hurtado, sin lugar a dudas unos seres humanos que trascendieron en su existencia; en su texto académico: Filosofía para profanos al hacer una distinción entre el ente y el ser sostuvo que el ente no está comprometido en género alguno ya que todo ente carece de una condición humana especifica. Es así como un ente puede ser cualquier cosa, un libro, un árbol, un animal, un centauro, un minotauro (Ver, Noguera Laborde 2019).
Para Noguera: El ser humano, como tal, requiere de una condición humana especifica, claramente definida, que trasciende en su comportamiento, que no se deja llevar por ese impulso descarriado que si tienen los entes, animales, por ejemplo.
Es así como, según Aristóteles, todas las actividades humanas están condicionadas por el hecho de que los seres humanos viven juntos, si bien es solo la acción diaria quien determina esa capacidad de vivir en armonía y en equilibrio.
Al contrario, de esa acción del ente que no trasciende o que trasciende para mal, o con mala fe, con falta de equilibrio emocional, la cual termina catalogándose como una traición, debe asumirse como parte de la condición humana, según Arendt.
¡Ah! planteamiento difícil y complejo de Arendt.
Cómo es que yo, como ser humano, debo aceptar a la traición como parte de ese comportamiento inhumano, incomprensible.
Porque una vez que se traspasa el límite de una traición, ya no habrá reversa que valga.
Con el agravante que el daño está hecho.
Un filósofo anónimo, como decía Serpa, por medio de un anónimo, sostiene que para ser traidor se requiere contar con una gran capacidad de alma interna, porque desde el momento en que YO decido traicionar: cometer traición contra una idea o doctrina; debo contar con una gran capacidad donde lo irracional supera lo emocional, para convertirme en un YO, Nietzsche, en un ente según Noguera, creyendo que YO, por cuenta de mis impulsos descarriados, puedo pasar por encima de cualquier idea o doctrina pre establecida, incluso de amistad personal, simplemente porque YO tengo la razón y usted NO, y: YO, se lo voy a demostrar.
Ejemplos de traición en la historia, los hay de sobra.
Comenzando porque a Cristo lo traicionaron sus propios discípulos, Judas, para llevarlo directo a la cruz. Por lo general, quienes traicionan, no terminan bien porque, además, sufren un efecto psicológico superior, posterior a su acción que los lleva a tomar una serie de decisiones con base en el remordimiento de conciencia, como en efecto le aconteció a Judas, terminando ahorcado en un palo de un árbol.
Está Carlos Menem, en Argentina, quien le vendió armas al Ecuador en pleno conflicto de la Cenepa contra el Perú, cuando Perú fue el único aliado verdadero que tuvo Argentina durante las Malvinas a tal punto que la armada peruana puso en sus fronteras a su flota naval diciéndole a los chilenos: Si ustedes disparan contra los argentinos, nosotros respondemos.
Tan generoso fue el Perú con la Argentina que hasta puso 12 aviones Mirage con sus pilotos para enfrentar a los ingleses.
Y…Menem terminó vendiendo el alma al diablo, muriendo con un remordimiento de conciencia tal, por cuenta de un hijo suyo quien se involucró y comprometió con el negocio ilegal de las drogas y armas con los iranies, terminando siendo víctima de un accidente de aviación.
En Colombia, sobre la traición, ni hablemos.
La más reciente la encontramos en el corrupto y amoral gobierno de Juan Manuel Santos, donde el YO supremo pudo más para convertirse en un ente irracional, destruyendo por completo lo que alguna vez se consideró como la democracia más antigua del continente suramericano.
Como para qué comentar sobre Odebrecht.
Los hay traicioneros de clase, como los llaman en la gruperia, sin mencionar nombres porque ellos y ellas lo saben, como todos aquellos que vendieron su alma al diablo para convertirse en aliados estratégicos de las diferentes formas de lucha, FARC; quienes hoy reciben por parte del Estado colombiano más de $8.000 millones, para que funcionen y actúen en su vida diaria como un ente; a los colombianos nos quedó gustando el 8.000 como número.
Como, también, los hay traidorzuelos: Aquellos que pretenden llegar a la cima del poder a costa de los demás, sin importa su ideología y doctrina.
Al mejor estilo sindical, cueste lo que cueste.
Dentro de la filosofía de vida, lo complejo del ser humano radica en comprender que la traición hace parte de la condición humana, diaria. como bien comenta Arendt.
Habrá quienes se comporten como entes irracionales, habrá quienes nos comportaremos como seres humanos que trascendemos más allá de nuestro YO, sin ninguna pretensión, porque quien es agradecido como ser humano no guarda mayores pretensiones.
(Tal vez, una condición sine qua non del ente traidorzuelo, es que no es, o nunca fue, agradecido con la lonchera que le dio de comer).
Puntilla: Ni para qué comentar sobre la condición humana de Yo, Claudia y su foulard de muchos colores.
Rafael Gómez Martínez
Publicado: enero 18 de 2022
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