El desarrollo de la campaña presidencial permite que los electores oigan con desprendimiento las diferentes alternativas antes de tomar un decisión definitiva. De hecho, no son pocos los que llegan a la mesa de votación invadidos por la incertidumbre la cual superan cuando tienen el tarjetón en sus manos y a último momento deciden el nombre de la persona a la que le delegarán su representación.
Esta ha sido una campaña con muchas particularidades. Nunca antes hubo tantos precandidatos ni tantas posibilidades de consultas internas, como las que se llevarán a cabo en marzo, de manera concomitante con las votaciones para Congreso de la República.
Desde finales del año pasado, el Centro Democrático designó a Óscar Iván Zuluaga como su candidato oficial. El objetivo de entonces consistía en sumar su nombre a la coalición que integran Fico Gutiérrez, David Barguil y Alex Char con el fin de seleccionar a un aspirante único que llegue con fuerza a la primera vuelta, prevista para el mes de mayo próximo.
El proyecto fracasó por cuenta del veto impuesto por Char quien hábilmente se encargó de cerrarle la puerta al uribismo. Sus cuentas son claras. Sin Zuluaga compitiendo en la consulta él, por cuenta de las maquinarias, tiene todas las de ganar frente a Peñalosa, Barguil y Gutiérrez.
Los resultados de los sondeos de opinión no son en absoluto favorables para el uribismo. En política no hay nada escrito y las realidades cambian en un abrir y cerrar de ojos, pero lo cierto es que hasta la fecha la candidatura de Zuluaga no ha despegado y las probabilidades de que lo haga son cada vez menores por cuenta del portazo que la coalición le dio hace algunos días, con lo que quedó cercenada la posibilidad de que pueda hacerse contar en la gesta de marzo.
Los políticos tienden a ser pragmáticos y ahora más, cuando de lo que se trata es de enfrentar la amenaza contra el régimen de libertades democráticas encarnada en la candidatura neocomunista de Gustavo Petro.
Por eso, muchos uribistas empiezan a posar su mirada sobre la candidatura del exalcalde de Bucaramanga Rodolfo Hernández quien ha observado un crecimiento muy importante y, para muchos, insospechado.
Curiosamente, en las últimas semanas se ha visto un Hernández mucho menos repelente con el uribismo. Él sabe que está marcando bien en las encuestas, pero su resultado no es suficiente para ganar un cupo para la segunda vuelta. Hernández tiene que atraer nuevos sectores para ganar la presidencia de la República. Su fuerte está en el electorado independiente y en los jóvenes, pero no tiene maquinaria política. No cuenta con un grupo de congresistas ni con dirigentes en las distintas regiones del país.
Como independiente, posando de outsider Hernández no logrará conquistar a unas mayorías con las que pueda darle la pelea a Petro.
Es muy pronto para decir que el uribismo tiene en el exalcalde Bucaramanga un “plan B”. El partido del presidente Uribe sigue firme en el compromiso de apoyar la candidatura de Zuluaga y en impulsar sus listas al Congreso de la República, lo que no significa que no se establezcan canales de comunicación con la campaña de Hernández en aras de abonar un posible entendimiento en caso de que las circunstancias lo ameriten.
La campaña hasta ahora comienza y nada está definido. Lo único claro es la voluntad de un amplísimo sector de la sociedad de hacer las alianzas necesarias para enfrentar a Gustavo Petro en la segunda vuelta que tendrá lugar en junio de este año.
Publicado: enero 25 de 2022
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