No es justo que los conductores paguen impuesto y SOAT por 1 año cuando solo podrán usar su vehículo 8 meses en Bogotá. Esta desproporción debería modificarse y tener en cuenta que los costos no solamente deberían ir ligados a la posesión del automotor, sino a la posibilidad real de poder utilizarlo.
Por un lado, el SOAT es un seguro anual que cubre la atención de los lesionados que se lleguen a presentar en accidentes de tránsito. En este contexto, si durante cuatro meses al año los carros en Bogotá no se van a poder movilizar, lógicamente no van a ocurrir accidentes y, por ende, no se va a hacer uso de la póliza.
Por otro lado, el impuesto vehicular no solamente se debería pagar por el hecho de poseer un automóvil, sino que tendría que tener en cuenta la posibilidad real que tiene el propietario de utilizarlo.
Por ejemplo, el impuesto predial y el de industria y comercio, que junto con el vehicular constituyen las tres principales fuentes de financiación de las Alcaldías, se causan a raíz de tener un inmueble y un negocio, pero no están condicionados por restricciones adicionales. Los propietarios pueden disponer de sus bienes todo el año sin problema alguno.
Sin embargo, con los carros ocurre una situación distinta. El pico y placa impide que las personas usen sus vehículos durante 4 meses, pero la administración sí recibe el recaudo por la totalidad del año. Una circunstancia sin ninguna lógica.
Y con esto no estoy diciendo que no debería haber restricciones. Claramente una ciudad como Bogotá sería inviable sin pico y placa, tal como sucede los sábados donde manejar es un verdadero martirio. No obstante, el establecimiento de dichas medidas sí debería ir de la mano de una reducción en los costos, lo cual, inclusive, dinamizaría aún más la economía, dado que fortalecería la capacidad de consumo de los hogares, los cuales hoy están teniendo que asumir rubros demasiado altos para financiar un gasto público desbordado, asistencialista y sin ningún control.
Ahora bien, adicional a lo anterior, no puedo hablar de este tema sin abordar una preocupación adicional que genera el pico y placa todo el día: ¿qué va a suceder con las personas que trabajan en Uber, Didi y las demás plataformas tecnológicas de transporte?
Aunque para el Distrito el carro es un lujo innecesario y casi que delictivo, lo cierto es que para miles de familias significa una fuente de sustento completamente legítima. ¿Acaso ellos no tienen derechos? ¿Por qué la Alcaldía no tuvo en cuenta esta circunstancia antes de ampliar el pico y placa?
Como están las cosas, la extensión del pico y placa traerá más problemas que soluciones. Los costos seguirán siendo altísimos para los propietarios, los trancones no acabarán y el riesgo de un incremento en el parque automotor está más latente que nunca.
Publicado: enero 14 de 2022