No son pocos los desafíos que afrontará Bogotá este 2022, especialmente en seguridad y movilidad, donde la situación no ha sido nada fácil hasta ahora. El Distrito necesita aprender de los errores y entender que la Alcaldía no se puede convertir en un simple trampolín para apoyar candidaturas presidenciales. Las preocupaciones son muchas y están altamente justificadas.
1. Seguridad: claramente la ciudad está atravesando por uno de sus momentos más difíciles. Gran parte de los delitos ya reportan cifras más altas que las registradas en 2018 y 2019, antes de la pandemia, y el miedo se siente en las calles. Las estrategias desplegadas por el Distrito hasta ahora han sido demasiado ineficaces, sobretodo teniendo en cuenta el constante maltrato al que la Alcaldía ha sometido a los uniformados.
Por ejemplo, el Esmad hasta el momento no ha encontrado respaldo en el Palacio de Liévano y cada vez que hay una protesta la Alcaldía prefiere que los vándalos se apoderen de la ciudad antes que reestablecer el orden lo antes posible, tal como sucedió en el Portal Américas.
2. Movilidad: en este frente las preocupaciones no son menores. Por un lado, solo el tiempo dirá si el pico y placa todo el día causará o no una nueva expansión del parque automotor de la ciudad. Recordemos que en 2009, cuando Samuel Moreno implementó esta misma medida, buena parte de las familias bogotanas decidieron adquirir un segundo vehículo para hacerle el quite a la restricción, con lo cual el remedio terminó siendo peor que la enfermedad.
Por otro lado, este año pondrá a prueba la capacidad de ejecución del Distrito, dado que si algo no se puede permitir la ciudad son retrasos en obras como el Metro o el Transmilenio de la Av. 68, que ya están causando un verdadero caos vial en la capital.
Además, en 2022 debería adjudicarse la esperada ampliación de la autopista norte de 3 a 5 carriles entre la 192 y el peaje y habrá que ver qué sucede con el famoso corredor verde de la 7ma, el cual, en últimas, terminó teniendo un diseño de biarticulados con carril exclusivo. Es decir, lo mismo que proponía el Transmilenio que ya estaba listo para contratarse.
3. Gobierno: en este aspecto el panorama es complicado. En primer lugar, muy seguramente un juez termine suspendiendo la entrada en vigencia del POT por Decreto, toda vez que son bastante contundentes los argumentos que afirman que la Alcaldía no tenía competencia para realizar tal acción, ya que el Concejo nunca pudo discutir el proyecto ante la avalancha de impedimentos y recusaciones que se presentaron para sabotear el trámite de la iniciativa.
En segundo lugar, el Distrito tendrá una dura tarea para recomponer su relación con el Concejo. De hecho, si algo quedó en evidencia durante los últimos meses del 2021 es que la Administración López perdió el manejo del Cabildo: no pudo aprobar el POT ni el Presupuesto y la disputa con la bancada verde fracturó las mayorías de la Alcaldía.
En conclusión, las cosas en Bogotá no van muy bien que digamos. El Distrito tiene que enfocarse más en solucionar los problemas de la ciudad antes que vivir peleando con el Gobierno Nacional. Las personas exigen resultados y, hasta ahora, es muy poco lo que se puede mostrar.
Publicado: enero 7 de 2022
4.5