Antes de que lleguen los avisos de la Dian anunciando su calendario tributario, las alzas en todos los rubros de servicios superiores al 10,7%, los bancos con sus tasas de interés; deseando con los buenos deseos y augurios para el 2022; comenzamos un año nuevo, por lo menos sus primeros días, con toda la energía positiva disponible y la tranquilidad que se respira gracias a que más de la mitad de bogotanos que no son de Bogotá, se fueron a sus respectivos lugares de origen para pasar las fiestas.
Otros, se fueron al paraíso norteamericano, al igual que los más de US$500.000.000 que están saliendo del país cada trimestre por cuenta de la incertidumbre política reinante.
El primer indicador de la incertidumbre política y sus efectos en la economía es la tasa de cambio peso Vs. dólar, la cual al final de 2021 superó los $ 4.000. Algunos analistas escépticos, como el suscrito, consideran que, para marzo y junio, momento de las elecciones, podría llegar a $5.000.
En medio de este escenario de incertidumbre para comentar, en esta columna de opinión de un ciudadano de a pie agobiado y doliente, que Bogotá y sus ciudadanos perdieron su vergüenza, su civismo.
Con la noble excepción de Enrique Peñalosa, a Bogotá la destruyeron los gobiernos progresistas, verdes, polo democrático de Robledo y demás, de Samuel Moreno, Lucho Garzón, Gustavo Petro y, ahora, Yo, Claudia, y su foulard de muchos colores.
Ya, entrados en gastos y perdidas con el P.O.T qué más da.
Le propongo que por qué no gobierna por decreto como lo hacen todos los gobernantes zurdos déspotas, hedonistas, por el tiempo que le queda en el Palacio de Liévano.
Ahora, resulta que, como gran medida para mejorar el tráfico en Bogotá, decidió pintar los puentes vehiculares dizque para convertirlos en un museo.
El Concejo de Bogotá, perdió su vergüenza porque nadie dice nada.
Solamente, dos concejales han sido valientes ante el hedonismo y la arrogancia de Yo, Claudia y su foulard: Andrés Forero del CD y Lucia Bastidas de los verdes dieron la batalla.
Los demás con más pena que gloria jugaron a lo políticamente correcto, incluida la inexistente bancada del Partido Conservador en Bogotá.
Los CADES junto con los portales de Transmilenio como el de las Américas y el de Suba que se habían convertido en un punto de atención eficiente y eficaz para sus ciudadanos se transformaron un cambuche donde los habitantes de la primera línea, la informalidad, el microtráfico, los orines, hacen lo que quieren ante la complacencia de las autoridades quienes se ven impotentes por cuenta de una justicia que también perdió su vergüenza.
Unicentro, que era la zona de mostrar, el centro comercial más importante del país, convertido en un centro de basuras e indigencia por la carrera quince en medio de una migración venezolana que, para ser francos, no ayuda para nada.
Que espectáculo tan deprimente.
En Bogotá, sus gentes salen con miedo porque no saben si a la vuelta de la esquina los robarán o les quitarán su vida. Estando en Transmilenio de fin de año tuve que presenciar el atraco a una señora en la estación de la 85 a plena luz del día.
Sus gentes, perdieron su civismo por cuenta de la lumpenización de su sociedad.
Como será lo mal que se está viviendo en Bogotá que hasta al mismo Antonio Zuleta Lleras en Blu Radio se le acabó su solidaridad de género para terminar el año trinando fuerte contra Yo, Claudia y su foulard.
Eso pasa porque los bogotanos llevan eligiendo mal desde hace más de 30 años.
Y nos quedan dos años más de Yo, Claudia y su foulard de muchos colores.
Y si gana Petro…otros 30 años más…
Puntilla: Que desgracia tan infinita, como decía Diego Trujillo.
Rafael Gómez Martínez
Publicado: enero 4 de 2021
5