Apreciada Margarita Rosa. Como cualquier colombiano mayor de 45 años, soy un inmenso fan suyo. Usted marcó nuestra generación con su talento y belleza, y jamás dudaría de su amor por Colombia. Pero necesito referirme a este trino que usted escribió hace unos días en su cuenta de Twitter: “Este país ha estado gobernado por los que me representan a mí (inclúyanse en ese “mí”, si quieren). Llegó el momento de que gobiernen los que representan a quienes no han tenido privilegios ni el derecho a la dignidad de la vida, lo que, en Colombia, también es un privilegio.”
Su trino me hizo acordar de muchos eventos recientes que han ocurrido en Latinoamérica, y que siguen la línea ideológica que usted expresa. Permítame recordarle unos cuantos. Casimira Rodríguez Romero fue nombrada ministra de Justicia de Bolivia en el primer gobierno de Evo Morales. La señora Rodríguez trabajó desde los 13 años como empleada doméstica, y más tarde en su vida fue líder sindical de su gremio. Desafortunadamente Casimira no tuvo la oportunidad de estudiar. Según el diario Página 12 de Argentina, durante una visita a Buenos Aires la exministra dijo que uno de sus objetivos más grandes era “hacer convivir la Justicia ordinaria con la Justicia comunitaria ancestral”. Apreciada Margarita Rosa, dígame elitista si quiere, pero sé que usted sabe perfectamente que la labor de la ministra Rodríguez no le dejó nada bueno al pueblo boliviano, entre otras razones porque el mundo moderno no le da jurisdicción a la justicia comunitaria ancestral.
Otro ejemplo de esta vertiente de pensamiento lo vi en un video que el presidente Lopez Obrador publicó en sus redes sociales cuando fue elegido. En el video se ve a AMLO grabando el funcionamiento de un trapiche artesanal, mostrando como una mula camina alrededor del trapiche y de esa forma se exprime la caña. Acto seguido, AMLO mira a la cámara y dice, “este es el verdadero México, el futuro de nuestro país, el México de los desposeídos”. Apreciada Margarita Rosa, sé que usted de economía no sabe, pero se que tiene el sentido común para entender que un trapiche artesanal no tiene ninguna posibilidad de competir con los trapiches modernos que funcionan en Brasil o en el sudeste asiático.
Otro ejemplo más, ocurrió hace unos 5 años, cuando ante la escasez de pan en Caracas, el dictador Nicolas Maduro decidió nacionalizar las panaderías para que así se acabara la “especulación” con el comercio del pan. Para manejar semejante odisea, Maduro nombró a un joven de unos 25 años sin educación alguna, miembro de los colectivos violentos que destruyeron ese país, la versión de la “primera línea” de Venezuela. No creo tener que contarle en qué terminó ese experimento. Por esos meses también vi un video de una representante a la Asamblea Nacional por parte del chavismo que daba la solución a la escasez del acetaminofén. Como según esta dirigente política el “imperio” estaba restringiendo el acceso a las medicinas, la solución era sencilla: sembrar una mata de acetaminofén en cada hogar revolucionario venezolano…
Sé que usted tiene buenas intenciones. Pero de lo que sí estoy seguro es que, si usted tiene un percance de salud, usted no se va a montar a un avión para irse a Palomino para que la trate un chamán Kogui. Usted se montará en su Jeep, tomará la I-95, y se irá a que la traten en el Mount Sinaí en Miami Beach. Por favor no contribuya a condenar a Colombia a la pobreza eterna.
Publicado: enero 25 de 2022
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