Bogotá siempre se ha caracterizado por tener una movilidad complicada, pero lo visto los últimos meses excede cualquier límite de tolerancia. La ciudad está colapsada y no se ven soluciones por ningún lado. La gente no aguanta más y la calidad de vida se sigue deteriorando de la manera más absurda posible.
A diferencia del grueso de las ciudades del País, Bogotá, en general, tiene cubiertos los temas esenciales de supervivencia. La cobertura y la calidad de los servicios públicos es buena, la oferta de empleos es amplia y la disponibilidad de bienes y servicios de todo tipo es la más alta de Colombia. No en vano la capital siempre ha sido la receptora de un alto flujo migratorio proveniente de otras regiones donde las oportunidades carecen.
Sin embargo, hay dos problemas que nunca se han podido solucionar y que siempre puntean las quejas de los bogotanos: la inseguridad y la movilidad. Frente a este último la situación es clara: desplazarse en la ciudad es un martirio.
Por ejemplo, mientras que en los últimos 30 años la población capitalina se ha incrementado en casi tres millones de personas, el equivalente a todos los habitantes actuales de Medellín, la infraestructura vial de la ciudad sigue siendo prácticamente la misma. Salvo ciertas obras que son más estéticas que funcionales, la capital no ha adecuado sus calles a las nuevas demandas demográficas.
El resultado de esto es más que claro. Por donde se vea hay trancones que se toman de una a dos horas por trayecto de la vida de los bogotanos y no hay localidad que se salve. Las autopistas, que por definición deberían ser vías rápidas, son las más lentas de todas y los accesos a los barrios están en su gran mayoría deteriorados.
Y el transporte público, aunque debería ser la solución, está lejos de serlo. A pesar de ser en general más rápido, la inseguridad y la congestión en Transmilenio es tan alta que el que puede prefiere someterse al trancón en carro. Algo parecido a lo que ocurre con la bicicleta, medio al cual es casi imposible de acudir por el temor a ser atracado.
Lo peor de todo es que no se ve ninguna solución concreta por parte del Distrito. No hay proyectos de nuevas vías estructurarles como la Alo Norte, la ampliación de la Autopista Norte lleva años y años en anuncios, los bicicarriles convirtieron la 7ma y la 9na en unas vías completamente inútiles y no se ve un plan para mitigar el caos que está generando la construcción del Transmilenio por la 68.
Aunque pueda pensarse que es un tema secundario, la movilidad es un factor que termina incidiendo directamente en la calidad de vida de las personas. No es justo que los bogotanos estén condenados a vivir metidos en trancones sin que el Estado plantee respuestas. Esto es algo vital que exige soluciones que, desafortunadamente, no creo que se den en una administración que ya va para dos años sin ningún tipo de resultados en la materia.
Publicado: diciembre 18 de 2021
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