Si Claudia López expide su POT por Decreto estará condenando a Bogotá a agravar aún más sus problemas durante la próxima década. Un completo despropósito digno de una administración que ha sido incapaz de construir consensos en el Concejo y que quiere sabotear las discusiones importantes de la corporación a punta de recusaciones, denuncias y matoneo mediático.
Digo esto por dos grandes razones. En primer lugar, son demasiadas las preocupaciones que genera el POT que radicó el Distrito. Por ejemplo, al prohibir la urbanización del noroccidente de la ciudad no solamente no se soluciona la alta tasa de densidad poblacional que presenta la capital, sino que las familias vulnerables continuarán siendo expulsadas a los municipios aledaños ante la imposibilidad de cubrir los costos de un metro cuadrado cada vez más elevado ante la falta de terrenos disponibles para construir en Bogotá.
Por otro lado, impedir la construcción de corredores viales vitales como la ALO Norte o la extensión de la Avenida Boyacá y la Avenida Cali hasta Chía condenará a los bogotanos a seguir sometidos al interminable trancón de la Autopista Norte, a lo que hay que sumar el hecho que el tráfico de carga que transite por las futuras ALO Sur y ALO Centro terminará desembocando en la Avenida 80, generando en Engativá un embotellamiento eterno.
Asimismo, es la hora que no se entiende quién fue el genio detrás de la brillante idea de reducir los carriles de las principales avenidas de la ciudad, siguiendo el fracasado ejemplo del bici-carril de la 7ma y eliminando cualquier esperanza de mejorar la desastrosa movilidad capitalina.
Y cómo no mencionar la joya burocrática con que esta administración quiere dejar contentas a las estructuras políticas de los barrios a costa del bolsillo de los bogotanos al pasar de 20 a 32 el número de localidades, lo que significa tener que pagar más ediles, alcaldes, funcionarios y contratistas de las Alcaldías locales que, lejos de expandirse, deberían eliminarse del todo dada su inutilidad.
En segundo lugar, es evidente que a Claudia se le salió el Concejo de las manos. La arrogancia de esta administración de no ceder ante las notables preocupaciones de los cabildantes frente a este proyecto llevó a Luis Ernesto Gómez a maltratar a todo aquel que se atreviera a desafiar su contenido y se rehusara a fingir como notario de turno del Distrito.
Además, misteriosamente, de la noche a la mañana, empezaron a llegar un sinfín de recusaciones anónimas que impidieron la discusión del POT en el cabildo. Algo que solamente beneficia a la Alcaldesa, dado que evita que el Concejo le haga modificaciones a la iniciativa y, como los términos ya no dan, habilitan a López para que expida el texto por Decreto.
Un panorama perfecto para Claudia pero demasiado perjudicial para la ciudad, ya que entrarían a regir unas disposiciones que llevarían a Bogotá al caos completo y desconocen por completo al Concejo. Una corporación que, como mínimo, debería proceder a bloquear la totalidad de la agenda legislativa del Distrito como acto de rechazo a una decisión propia de un reyezuelo.
Publicado: diciembre 8 de 2021
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