En Colombia, país de abogados y de picapleitos, es común oír la frase de que lo que en derecho se hace, en derecho de deshace.
Va siendo hora de aplicar dicha expresión para el caso de la delincuente Tanja Nijmeijer, alias La Holandesa o Alexandra Nariño quien permanece en el país gracias a una figura exótica incorporada por el gobierno de Santos y denominada ‘visa de residente especial de paz’.
Fue una norma hecha a la medida para salvarle el pellejo a la terrorista Nijmeijer, buscada por la justicia de los Estados Unidos país en el que debe responder por delitos como secuestro, tortura y asesinato de ciudadanos norteamericanos.
Gracias a esa visa, Interpol no ha podido ejecutar la circular roja que pesa contra esa delincuente que encontró en Colombia un burladero para la acción de la justicia.
Cuesta entender que además de los “sapos” que tienen que tragarse los colombianos por cuenta de los genocidas de las Farc, también están forzados a soportar la presencia en su país de la holandesa desafiante que no ha cumplido con los leves compromisos y obligaciones que le fueron impuestas con ocasión del ilegítimo acuerdo de paz.
Valga recordar que, en enero del año pasado, el sector más violento y mayormente comprometido con el narcotráfico renunció públicamente al partido de las Farc. Una de las dimitentes fue ella.
En su momento, el errático comisionado de paz Miguel Ceballos salió en defensa de la delincuente al decir que esa renuncia “no le quita ninguna de las prerrogativas derivadas del proceso de paz en su calidad de extranjera al estar certificada como parte de los listados de los exmiembros de las Farc”.
Lo cierto es que Nijmejer continúa en Colombia, moviéndose libremente por la geografía nacional, burlándose de las víctimas, sin sanción de ninguna naturaleza y todo gracias a la cacareada ‘visa de residente especial de paz’ que le fue obsequiada en el gobierno de Santos.
No está de más que el gobierno del presidente Duque evalúe la vigencia y pertinencia de dicho documento migratorio. El decreto que lo incorporó dice textualmente lo siguiente: “La creación de visas no es, es si misma, un asunto que requiera de amplia discusión democrática ni que deba ser sometido al proceso deliberativo ante el Congreso de la República en la medida en la que ya es una facultad atribuida al Gobierno Nacional, no siendo entonces necesario acudir al trámite legislativo ordinario ni al trámite legislativo especial del ‘fast track’”.
Como la cuestión es tan sencilla, la eliminación de esa visa es tan fácil y rápido como fue su creación.
Que el problema de esa terrorista internacional no siga siendo de los colombianos que no tienen porqué soportar que una criminal de guerra extranjera habite entre ellos.
Publicado: diciembre 12 de 2021
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