Yo no estoy muy seguro que la historia haya terminado, como dice Fukuyama, pero sí parece claro que en el momento presente no se vislumbra mejor modelo que el que nos brinda la economía de mercado. Al parecer, la economía del desarrollo de libre mercado está en otra parte, no en América Latina (Ver Montaner, La agonía de América Latina, 1990).
Sostiene Montaner que los latinoamericanos se autocalifican de nacionalistas y de antiimperialistas. Que ese concepto de nacionalismo tropical mezclado con el antiimperialismo yanqui ha sido el gran obstáculo para que los países de la región generen riqueza.
Porque cuando se grita con toda pasión, estilo Petro, yanqui go home, se está gritando contra ese yanqui ostensible que se llama a las multinacionales norteamericanas, sus grandes corporaciones que se tomaron el poder mundial después de la década de los cincuenta del siglo XX con un vertiginoso crecimiento y desarrollo económico que convirtieron a los Estados Unidos en la primera potencia mundial.
El símbolo más importante de nuestra época, el más decisivo tal vez, es que a pesar del avance de la China corresponde a que el dominio económico norteamericano continúa vigente a pesar de Biden y su nefasto gobierno progresista, demócrata.
Los demócratas, al igual que los progresistas, todo lo destruyen.
La sociedad norteamericana exporta, a pesar de su crisis de identidad en estos momentos de su historia, como diría Fukuyama, su modelo económico y social sin proponérselo más por la atracción, que por la promoción, su quehacer, su modo de vivir, sus formas de realizar los hechos, de consignarlos.
La sociedad norteamericana ha sido la constructora de su propio destino.
Nace, entonces, una dualidad sobre si la moralidad debe cimentarse en el Estado o en el individuo porque, según Aranguren, el Estado providente de la segunda mitad de nuestro siglo XX en todos los países de la región latinoamericana, se volvió un Estado supremo (Ver Gutierrez, 1987) como lo visualizó Orwell en su obra 1984.
Ese Estado moderno que todo lo sabe, que todo lo quiere, que todo lo desea, con altos niveles de burocracia estatal como lo son hoy en día todas las supra agencias creadas durante el gobierno corrupto y amoral de Juan Manuel Santos.
Muestra de lo anterior, corresponde al monstruo en que se ha convertido el Minambiente. Un profesor me comentó, hablando del tema, que si usted quiere fregar a alguien en la vida póngale una demanda en el Minambiente porque los baños de su empresa no están limpios y verá lo que le pasa.
Ni hablar de Tránsito y Transporte porque ni tránsito, ni transporte en la Bogotá de Claudia y su foulard.
Ni hablar de la Dian, un correo de la Dian y queda uno listo para el infarto. Dian.
Montaner, sostiene que si la industria de Chile o de Argentina no puede competir con la de Estados Unidos no es solo porque no está trabajando en lo que hoy se conoce como valor agregado.
Se debe a que en la región hemos creado unos súper Estados, unos mega Estados, que todo lo quieren para su haber, succionando el poco impulso que pueda tener una persona para crear empresa.
Acto seguido, me dirijo hacia el portal del Norte en Bogotá, en la estación de Transmilenio, donde la informalidad se convirtió en el modelo económico de preferencia de la población para encontrar un modo de vivir en medio de los orines, la invasión de espacio público, venta y consumo de droga y demás males que cobija a nuestra sociedad del siglo XXI.
¿Ese es el modelo a seguir?
Se entiende, la lenta, progresiva y decadente agonía de América Latina…
Puntilla: Mientras tanto el CD con su amor en los tiempos del cólera, ahora resulta que mantienen a Turbay como cabeza de lista al senado…Se merecen su suerte.
Rafael Gómez Martínez
Publicado: diciembre 7 de 2021
4.5