Una justa indignación ha causado en el seno del uribismo el gesto de rebeldía e indisciplina de 4 politicastros que hacen parte de la bancada del Centro Democrático en el concejo de Medellín.
Se trata de Albert Corredor, Nataly Vélez, Paulina Aguinaga y Lina García Gañan, personas de baja estatura política y moral que se le vendieron al alcalde de la capital antioqueña, el polémico Daniel Quintero Calle.
No es un asunto de menor cuantía. La traición de esos 4 concejales es sumamente grave y, enhorabuena, el Centro Democrático no dejó pasar el asunto impunemente. A través de la veeduría nacional de esa colectividad, se abrió la respectiva investigación disciplinaria. Altas fuentes del partido le confirmaron a este portal que la expulsión de Corredor, Vélez, Aguinaga y García es inminente.
Este caso es mejor ejemplo de lo nociva que resulta la fórmula de las listas abiertas, también conocidas como “voto preferente” para las corporaciones públicas.
En su primera aparición política, para las elecciones de 2014, el Centro Democrático presentó listas cerradas para senado y para las circunscripciones de la cámara de Representantes. Las personas incluidas en las mismas tenían identidad con el cuerpo doctrinario del partido y ello permitió que en 4 años la naciente colectividad se convirtiera en el partido más fuerte de Colombia, llevando a Iván Duque a la presidencia de la República.
Para las elecciones de 2018 se cometió el grave e imperdonable error de abrir las listas. No fueron pocos los dirigentes del partido que ejercieron presión sobre el presidente Uribe con el fin de que cediera y permitiera que las planchas se llenaran con nombres de personas sin identidad con el uribismo, pero “con votos y plata para hacer la campaña”.
El resultado fue nefasto. En el senado, por ejemplo, se obtuvo una curul menos de las que se ganaron en el 14. En la cámara hubo un aumento en el número de representantes, pero muchos de ellos -la gran mayoría- son personas sin brillo ni talento alguno. Puros operadores que ven en la política una empresa comercial que se nutre del clientelismo y la politiquería.
Muchas veces se le ha sugerido al presidente Uribe que evalúe serenamente la inconveniencia de mantener el voto preferente para las elecciones del año entrante. La política grande es aquella que antepone la defensa de unas ideas y que deja en un segundo plano los asuntos de la mecánica.
Con ocasión de lo sucedido con los malhadados concejales de Medellín, el propio exmandatario se refirió al asunto diciendo: “Hicimos inútilmente todo el esfuerzo persuasivo, el partido debe tomar las más drásticas medidas y a la mayor brevedad. Es mejor quedarse sin concejales que sin principios”.
Todo mal momento se convierte en una bella oportunidad para replantear posiciones. Lo cierto es que las listas abiertas son el cáncer que carcome a los partidos políticos. No se trata de avalar a personas para colmar las corporaciones públicas, sino de presentar ante los electores listas integradas por ciudadanos de las más altas calidades, comprometidos con la defensa de unas ideas y con la capacidad de obrar de acuerdo con los lineamientos del partido, que son al fin y al cabo los mandatos de millones de personas que depositaron su representación en la colectividad.
Que este malestar causado por los concejales de Medellín sirva para comprender el elevado grado de nocividad del voto preferente. Aun se está a tiempo para corregir el camino y enviar una buena señal cerrando las listas que serán sometidas al escrutinio popular en las elecciones de marzo del año entrante.
Publicado: noviembre 12 de 2021
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