El lunes las directivas del Centro Democrático revelarán el resultado de las encuestas a través de las que se designará al candidato oficial de ese partido a la presidencia de la República.
El mecanismo adoptado, que no es idóneo, fue acordado por los 5 aspirantes: Alirio Barrera, María Fernanda Cabal, Rafael Nieto, Paloma Valencia y Óscar Iván Zuluaga.
En aras de la transparencia, se designó -a dedo- un comité garante que ejercerá una suerte de veeduría para que el resultado goce de cierta credibilidad. Hace 4 años, cuando a través de una encuesta se designó al hoy presidente Iván Duque, uno de los perdedores, Rafael Nieto, extendió un manto de duda sin presentar pruebas de ninguna naturaleza. Esta vez, se busca evitar cuestionamientos.
Por regla general, los partidos eligen a sus candidatos por designación directa de las directivas, o por convención en la que participen sus militantes o, como en los Estados Unidos, a través de votación popular. El Centro Democrático ha echado mano de encuestas, herramienta altamente ineficaz. Está el reciente caso de la campaña a la alcaldía de Bogotá en la que había un aspirante de lujo: Samuel Hoyos quien renunció a su curul en la Cámara de Representantes para someter su nombre a la famosa encuesta que terminó favoreciendo a su rival, Ángela Garzón. Como era previsible, la Garzón nunca despegó y en la mitad de la campaña el partido le retiró el respaldo, para sumarse a la fallida campaña de Miguel Uribe quien quedó en el último lugar.
En esa ocasión, el Centro Democrático perdió por todos los frentes gracias a la encuesta. Se quedó sin un congresista de lujo como efectivamente era Hoyos, no tuvo candidato a la alcaldía y perdió aplastantemente con Uribe Turbay.
Lo cierto es que con encuesta decidieron designar al nuevo candidato y eso obliga a que el resultado sea acatado y, en consecuencia, los 4 perdedores tienen la responsabilidad de abstenerse de hacer comentarios o emitir opiniones que atenten contra la legitimidad del resultado.
No sucede lo mismo con los electores. En una democracia, los ciudadanos, así estén inscritos en un partido, son libres de votar por la persona que mejor represente sus ideas e intereses. De eso se tratan las campañas políticas en sociedades libres. La disciplina que deben observar sus directivos y personas elegidas bajo las banderas del partido, no es vinculante para los militantes. Está el ejemplo de las recientes elecciones presidenciales de los Estados Unidos en las que destacados miembros del partido Republicano, como el exsecretario de Estado Colin Powell quien públicamente anunció que se apartaba de la candidatura del expresidente Trump para apoyar decididamente al actual presidente Joe Biden.
La misión de los partidos consiste en apuntarle a que sus candidatos sean personas que tengan la capacidad de interpretar a la mayor cantidad de militantes posibles y de conquistar electores de otras corrientes. Esa es la razón de ser del proselitismo político.
El panorama para el Centro Democrático no es el mejor. Las tendencias reflejadas en distintos sondeos favorecen a la izquierda y a la centro-izquierda. Hay un descontento con el partido de gobierno y con el gobierno nacional. Así mismo, la infame persecución contra el presidente Uribe ha tenido un efecto real ante la opinión pública.
La primera tarea, una vez conocido el resultado de la encuesta, consiste en que las distintas facciones en el seno del uribismo lleguen a un rápido entendimiento el cual, necesariamente, debe contar con la “bendición” de los dos jefes naturales del CD: el presidente Uribe y el presidente Duque.
La bancada parlamentaria, cuya mayoría apoyó públicamente a Óscar Iván Zuluaga, tiene que dar muestras de grandeza en caso de que él no sea el ganador de la encuesta. Lo mismo aplica para los promotores de la aspiración de María Fernanda Cabal. Flaco favor harían quienes, como ocurrió con Nieto en 2018, se encarguen de atacar soterradamente a quien se alce con la victoria.
Queda mucho camino por recorrer. Con candidato en la mano, el uribismo comienza la ardua tarea de armar una coalición que se presente en las elecciones de marzo en las que, ahí sí con votos, se designe a un candidato de unidad que pueda desempeñar un papel importante en la primera vuelta que tendrá lugar el tercer domingo de mayo del año entrante.
Publicado: noviembre 19 de 2021
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