Crecí con las corralejas. Los recuerdos de infancia tienen las imágenes de las de Sahagún, Ciénaga de Oro y Sincelejo. Mis primeras amanecidas, con el poncho en el hombro, fueron con El Balay, El Toro Negro y El ArrancaTeta, porros gloriosos que evocaban la bravura de estos toros de tardes memorables en las Sabanas del Viejo Bolivar. Sé lo que fue desayunar en las llaneras alrededor de la plaza y admirar la finura del corte del hábil cirujano y con la harinosa yuca hacían la pareja insustituible del fandango. La cerveza helada adornada con afrecho refrescaba la mañana. Lo aprendí de mis mayores y a su lado estuve en las cabalgatas cuyo paso lo marcaba nuestras bandas de música de viento. Conocí al Negro Rocha, Maderita y los garrocheros del San Jorge (los hijos de la comadre Josefa López) quienes con pulso firme le daban la vuelta al esquivo toro. Me dolió la tragedia del 20 de enero de 1980 en donde los caprichos de la naturaleza en un aforo que no se respetó aflojaron la madera de los palcos y llenaron la plaza de tragedia. Muertos y heridos congestionaron nuestros hospitales regionales. Se estima que dentro de la corraleja estaban 10 mil personas. Nadie precisa el número de muertos, 400 (¿?) y de heridos. La vida humana no tiene precio, pero las indemnizaciones a que fue condenada Sincelejo suman mas del 60% de sus ingresos. Aun llevo el retrato de los tres toros paralizados viendo los miles de heridos y conmovidos: eran espectadores mansos encerrados. ¡La corraleja más grande del mundo en el suelo!
Si se quiere destapar una economía organice una corraleja en alguno de nuestros pueblos. Miremos los beneficiados: el municipio cobra impuesto al espectáculo destinado al deporte, Sayco-Acinpro, las bandas de viento y los conciertos musicales, los expendedores de licores y bebidas (cantineros), los constructores de las corralejas (dueño de estructuras, armadores, electricistas), los camioneros que transportan, los que montan los parqueaderos provisionales. El recurso humano: manteros, banderilleros, garrocheros, los amarradores y carrileros. Qué decir de las casas de citas ambulantes y sus tristes anfitrionas, los venderos de artesanías, los ambulantes (guarapos, quienes, panochas, griegas). Hoteles y restaurantes. Es una actividad turística que se calcula que incrementa durante la época de fiesta el 1% del censo poblacional del municipio.
Hay que mencionar los aprovechados de las fiestas patronales: los “chivo mono” de la corrupción. Toro criollo mañoso y maloliente, inmisericorde en la salud y enfermedad: las empresas políticas y sus elegidos funcionarios. Parecen bueyes cuando las anuncian, pero cuando se aproximan las fiestas sale su fiereza codicia. El peaje ilícito del 20% y se calcula que según el tamaño de la plaza este tiquete cuesta de 200 a 1000 mil millones de pesos que las empresas organizadoras cancelan el primer día de la fiesta a estos hampones.
Soy un finquero que le gusta la corraleja. Pero también un profesional sanitario que le angustia la salud de sus coterráneos. Las fiestas son un espiral vertiginoso que dinamiza toda la economía regional. Se calcula que hay 400 días-año de corralejas en nuestras tierras. Pero ¿cuándo es el momento de permitirlas?
El Ministerio de Salud y Protección expidió la resolución 1687 de 2021 (25 de octubre) en el cual se incrementa el aforo permitido en lugares o eventos masivos, públicos o privados. No existe un municipio en los departamentos de Córdoba y Sucre que cumpla las condiciones para aumentar el aforo. ¡Ni uno solo!
Suena fantasioso afirmar que la vacunación regional alcanza el 40% de la población incluso en el casco municipal. Qué se dirá de las veredas de donde proviene el público asistente a las corralejas. No se conoce con estudios serios como va el índice de resiliencia municipal. Da la impresión que esta resolución la hicieron para Viena, ciudad prístina por excelencia. Pero hay mucha diferencia entre las aguas del canal del Danubio que la cruza y el Caño de Aguas Prietas.
No alcanzo imaginar el cuadro costumbrista. Exigir el pasaporte sanitario obligatorio para que las personas puedan entrar a la corraleja o subirse a los palcos. Respetar el distanciamiento físico de un metro cuando lo que tiene atrás son los cachos del toro y ¡corra compadre! O el uso de mascarillas a las 3 de la tarde con ese calor infernal o el grado de contaminación cuando se está cerca del trombón que toca un porro. Figuran las 6 de la tarde, queda hay un solo vasito para compartir el trago y que viva la fiesta. Cómo aplicar el porcentaje de ocupación UCI cuando en nuestros pueblos, donde se realizan las fiestas, los hospitales locales carecen de ellas. La 1687 se redactó escuchando sinfonías y no fiestas en corralejas.
La plataforma de la resolución 1687 es un estimativo del aforo o capacidad máxima que tiene el lugar o espacio público donde se presentaría el espectáculo. El teatro la Opera Estatal en Viena, inaugurado en 1869, tiene un aforo de 1709 personas y acá podemos hablar de aforo, distancia de un metro etc. Pero, ¿cuánto es la capacidad máxima de una corraleja? Esta respuesta solo está en la narrativa de nuestros comunicadores o en el imaginario de los asistentes. Es imposible reglamentar con anticipación que se permitiría del 25 al 50% de personas asistentes (ciclos 1 y 2 de la resolución). Tontamente iluso pensar que la licencia que otorga el permiso dirá que se autoriza para este número de personas. Esta sola pregunta deja sin piso, como pasó hace 41 años en Sincelejo, la resolución expedida hace tres días que pretende aumentar la capacidad máxima de los eventos masivos de las Sabanas del Viejo Bolívar.
Esto no es un ballet o una presentación de una ópera. Es un redondel de arena, heredado, de libre entrada, donde se expone la vida y se invita al SARS-Cov-2 que inicie el tercio de muerte.
Diptongo: El “chivo mono” fue el astado asesino en las corralejas. El chivo mono de la corrupción del Caribe está suelto. ¿Cuánto se demorará su reclusión?
Publicado: noviembre 12 de 2021
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