Así los actuales alcaldes de las principales ciudades del país nos quieran convencer de lo contrario, la inseguridad no es una cuestión de percepción. El deterioro en este respecto es evidente, las tasas de homicidios y hurtos están disparadas, la tolerancia por el piso, y la justicia por mano propia en auge, siendo difundido masivamente en redes sociales.
La reactivación económica que tanto habíamos esperado y que se está logrando en gran medida gracias a la proliferación y a la vacunación realizada por el Gobierno Nacional se está viendo truncada por los altos indices de criminalidad.
El caso de Cali es especialmente triste. La pandemia fue el génesis del empobrecimiento de nuestra población, cierre de empresas y la destrucción de muchos puestos de trabajo, sin embargo la llegada de los infames bloqueos y el secuestro al que estuvimos sometidos en la ciudad fueron un golpe de gracia a la institucionalidad y al aparato productivo, dejando patente la verdadera cara de la administración local, complaciente con el crimen.
Los caleños ya no aguantan más desdén por parte del Alcalde Ospina. Las cifras así lo demuestran: el 80.3% de los caleños se sienten inseguros en la ciudad, mientras que el 75.2% de los caleños aseguran que la inseguridad es a causa de los hurtos y homicidios en la capital del Valle.
Lo más grave de esto es que que aproximadamente el 42% de los caleños han sido victimas de algún delito en la ciudad. Lo anterior sumado a la alta impunidad, deja un panorama desolador.
Recuerdo que en algún momento en una de mis columnas me referí al ahora alcalde como el Guasón, lejos de imaginarme que el resultado de su pésima gestión haría de Cali una Ciudad Gótica. Debemos Pararle-Bolas a la alcaldía de Ospina que ya de por sí es mala y con tendencia a peor, quizás si no estuvieran tan concentrados en la contratación a dedo a través de EMCALI y verdaderamente se pusieran la camiseta por los caleños podría atenderse y combatirse los flagelos anudados a la criminalidad.
Publicado: octubre 12 de 2021
5