El santismo se la está jugando a fondo para ajustar cuentas con el gobierno de Iván Duque. Encontraron en el caso del contrato del MinTIC una buena oportunidad para fustigar a la administración, fabricando una percepción totalmente falsa respecto del proceder de la ministra Karen Abudinen.
Juan Fernando Cristo, uno de los principales operadores de la estructura de corrupción erigida durante el gobierno anterior ha tenido el descaro de emitir prejuzgamientos contra la ministra, desconociendo la verticalidad con la que esa funcionaria ha enfrentado el asunto.
Es evidente que Cristo está cumpliendo instrucciones de Juan Manuel Santos, como también lo hace un sobrino que ese expresdiente logró incrustar en el Centro Democrático: Gabriel Santos.
Los altos funcionarios del Estado tienen que estar sometidos al escrutinio y, no pocas veces, al escarnio popular. Sus actuaciones y fallas son escudriñadas con meticulosidad. Cuando hay errores debe haber cuestionamientos y cuando hay irregularidades las sanciones no deben esperar.
Pero ese no es el caso de la ministra Abudinen quien ha dejado claro durante el debate de moción de censura que ella fue la que descubrió y puso en conocimiento de las autoridades los delitos de “Centros Poblados”, consorcio que más que una estructura empresarial parece una banda criminal.
No es la primera ni será la última vez que el joven Gabriel Santos -emparentado con el peligroso general al servicio de intereses oscuros Óscar Naranjo- vaya en contravía de la política del Centro Democrático. Así es ese muchachito que le rinde honor a su estirpe y a la tradición de los de su apellido: traidores, utilitaristas, falsos e hipócritas.
Queda claro que Santos -Gabriel- se metió al Centro Democrático para aprovecharse y sacar ventaja de los votos de ese partido. Así procedió su tío Juan Manuel en 2010 cuando engañó y estafó a los electores uribistas.
Por coherencia y transparencia, el yerno del siniestro general Naranjo, conocido en el mundo del hampa con el alias de “Natalia”, debería dar un paso al costado y empezar a hacer política en un lugar donde haya afinidad con sus ideas, como puede ser el partido Verde, el Polo Democrático o, quizás, las FARC.
En democracia el disenso, más que necesario, es sano. El problema es otro. Desde siempre, frente a los asuntos fundamentales del gobierno Duque, el representante Santos ha ido en contravía. Como lo resume un alto funcionario de la Casa de Nariño en diálogo con este portal: “Es un niño pataletoso acostumbrado a hacer berrinches”.
En pocos meses, el CD deberá definir sus listas para las próximas elecciones. Santos seguramente querrá volver al congreso. La pregunta: ¿Merece ser avalado por el partido del que él se ha separado sistemáticamente?
Publicado: septiembre 5 de 2021
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