“Viviste en los tiempos de Chávez y quizás pensaste que era un payaso. Te engañaste. Viviste los tiempos de un gran líder latinoamericano”, exclamaba el entonces chavista Gustavo Petro tras la muerte del exjefe de estado venezolano. El mismo que, en recientes entrevistas, ha negado ser de izquierda no es más que un lobo vestido de oveja y a meses de las elecciones estamos en la obligación de abrir los ojos a los colombianos.
Se ha demostrado que Chávez y Petro coinciden en muchos ideales, en sus expresiones, sus reacciones ante la crítica y su forma de venderse en la política. Sin embargo, con los últimos actos de Petro durante las problemáticas que ha atravesado Colombia es posible concluir, incluso, que el líder de la Colombia Humana es potencialmente más peligroso. Para esto se examinarán aspectos acerca de estos dos personajes cómo: una historia en común, ser lobos vestidos de oveja, la intolerancia con la crítica y su exponencial inclinación al socialismo.
En cuanto a la historia en común, no es complejo atar cabos; ambos eran golpistas, estuvieron presos y finalmente, los dos fueron amnistiados. Mientras Chávez intentó dar un golpe de estado al expresidente venezolano Carlos Andrés Pérez; Petro pertenecía al grupo terrorista denominado M-19, cuyo objetivo, aparte de atormentar a los ciudadanos, era hacerse a la toma del poder del Estado Colombiano. Estos pasos e ideales contiguos eran solo la superficie de la naturaleza de su verdadera relación: Petro no ha hecho más que seguir y replicar los pasos y discursos de Chávez.
Tanta era la cercanía entre ellos que existen registros fotográficos en los que se les retrata juntos durante una visita de Chávez a Colombia, en los años noventa. A esto se suma la declaración de Diosdado Cabello, quien indicó que Petro les había pedido ayuda. Sus palabras fueron: “Acá vino una vez ese señor Petro a pedir apoyo para su campaña acá a Venezuela, ahora los chavistas le hieden. Por eso no va a ganar nunca: los pueblos despreciaban los ‘guabinosos’, a los que no asumen responsabilidad (…), se distancian. Algunos se dieron a conocer gracias a Chávez y después se escondían. Mira Petro, cómete tu dulce tranquilito, no te metas con Venezuela, tú perdiste y más nunca ese pueblo te va a apoyar».
Al abordar sus rasgos de personalidad, no cabe duda que se parecen. La forma en que Chávez se vendió para hacerse al poder es muy similar a la que hoy está aplicando Petro. Se recuerda que sus declaraciones son casi calcadas; Chávez, en campaña, cuando le preguntaron si se consideraba de izquierda, él respondió que esos términos ya estaban en desuso y que lo de él era un “Gobierno humanista”. Petro también niega ser de izquierda y en lugar de decir que su mandato será “un gobierno humanista”, afirma identificarse con “la política de la vida “. Asombra el parecido.
Con respecto a la intolerancia con la crítica, en el caso de Chávez, se limitaba a tratar de “imbéciles” y de “lacayo del imperio” a los periodistas que señalaban sus falencias o actos errados; por su parte, Petro denomina como “innombrable” a la Revista Semana señalándola, según él, de pertenecer al “régimen”. No es mucho lo que cambia el discurso.
Otras revelaciones de ignorancia, como la fascinación de ambos por imprimir billetes planteándolo como la solución a los problemas económicos; y hoy Venezuela afronta una de las mayores inflaciones del mundo, no es más que una señal clara. Petro es mucho peor que Chávez porque al menos este último intentaba camuflarse. Petro ha demostrado un espíritu destructivo incitando a la crisis. Que se sepa, Chávez en la antesala de su presidencia nunca dijo: “un paro es antes que nada un cese de actividades. No abrir su negocio. No sacar su carro. No ir al trabajo. No comprar gaseosas. No ir a comprar nada en grandes superficies comerciales. No hacer transacciones financieras. Retirarse de fondos privados de pensiones”. Nunca apuntó deliberadamente y antes de su elección a quebrar su país.
Publicado: septiembre 12 de 2021
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