El POT de Claudia López es desconcertante. En gasto burocrático, movilidad y vivienda empeora gravemente los problemas ya existentes. El modelo de ciudad que propone está completamente desconectado de la realidad y localidades como Engativá y Suba pagarán la mayor porción de los platos rotos.
Frente al gasto burocrático de la ciudad, el POT lo incrementa en un 65% al pasar de 20 a 33 el número de localidades. Esto significa más ediles, más alcaldes locales, más contratistas y más funcionarios. Es decir, un encarecimiento en los costos de la nómina de Bogotá al expandir una estructura administrativa absolutamente innecesaria que genera duplicidad de funciones con las entidades centrales del Distrito. Una grave contradicción por parte de una funcionaria que alardeaba de atacar la corrupción y el derroche presupuestal.
En materia de movilidad, el panorama es alarmante. El documento que radicó el Distrito habla de construir cinco líneas del metro y dos regiotram. Muy inspirador, pero ¿con qué plata se van a hacer? Si revisamos las cifras actuales, la primera línea costó $23.6 billones, de los cuales la Nación cubrió el 70% y Bogotá el 30%, y la segunda ya se calcula en unos $13 billones.
A este ritmo, tocaría comprometer todas las vigencias futuras del Ministerio de Transporte de los próximos 14 años y enajenar una que otra empresa del Distrito para lograr financiar los 97km finales de metro y 37km de regiotram.
Por su parte, al noroccidente de la ciudad Claudia López lo deja en el más miserable de los olvidos y lo condena a un eterno caos de movilidad. No se construirá la Alo Norte, no se extenderán las Av. Boyacá y Av. Ciudad de Cali hasta Chía y tampoco se llevará la Av. Suba hasta Cota. Obras que son fundamentales para conectar a este sector con los municipios aledaños y descongestionar el taco que se padece en la Autopista Norte, en Engativá y en Suba.
De hecho, de nada sirve que el Distrito construya la Alo Sur y Alo Centro, dado que el tráfico de carga que se esperaba descongestionar con esta vía va a desembocar en la Av. 80. O sea, el trancón se trasladará de Bosa y Ciudad Bolívar a Engativá, pero no se solucionará de fondo. Todo esto, por la incapacidad y terquedad de esta administración de construir las obras de infraestructura vial de forma ambientalmente responsable sobre los humedales y las reservas, algo que se hace en todo el mundo menos en la Bogotá del Partido Verde.
Frente al sector habitacional, poco y nada se hace. En teoría el POT pretende permitir la construcción de poco más de medio millón de viviendas, la mitad de las necesarias para superar el déficit de vivienda de la ciudad. Una meta que, desde el principio, es bastante pobre.
Sin embargo, al igual que en materia de movilidad, al prohibir la urbanización ambientalmente responsable de la reserva Van Der Hammen impide la expansión organizada de Bogotá hacia el noroccidente, con lo cual no habilita la mayor porción de terreno disponible de la capital, mantiene las condiciones para perdurar la alta densidad poblacional y sigue expulsando a las personas de bajos recursos hacia los municipios aledaños.
Estas son algunas de las perlas del POT de Claudia López. Un proyecto que, como está planteado, generará más problemas que soluciones y empeorará aún más las condiciones de vida de Bogotá. Ojalá que el Concejo se amarre los pantalones, se oponga firmemente a este documento y evite que el Distrito lo pupitree a las malas.
Publicado: septiembre 29 de 2021
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