¡Se lanzó Alejandro Gaviria, sin paracaídas ni flotadores! Dejó tirada la rectoría de Los Andes en manos de su vicerrectora, encargo que, por lo visto, se ha politizado indebidamente, porque todo lo que toca Santos, lo transforma a su manera. Así se puso el paño: el respetable exrector ni siquiera lleva botiquín, ni cremitas para quemaduras… ¡Mucha gracia! ¿Nada de nada?
En fin, Los Andes se ha convertido en un fortín político del expresidente de la Paz y de Odebrecht. Por lo menos, es una lectura que podemos hacer de forma desprevenida los ciudadanos mejor informados; prefiero no hablar del Consejo Directivo de tan egregia institución: que las universidades no pierdan su independencia y se parezcan cada vez menos a directorios políticos, defensores de los mismos intereses y de las mismas gabelas.
Pero tranquilos, amables lectores, que Alejandro Gaviria tiene fuerza, una fuerza políticamente correcta; en términos prácticos, una fuerza bruta, como la de los antiguos aficionados a los deportes extremos de las tierras altas escocesas o la de los levantadores de piedra vascos, gruesos varones de contextura y arrojo elocuentes.
En plata blanca, el exministro tiene la fuerza de Open Society y el comité de Soros en pleno; la fuerza de los ateos, los ciudadanos que están de acuerdo con el aborto y con la eutanasia; la fuerza de los Humanistas que no tienen una visión integradora, capaz de unir Fe y Razón; la fuerza de los uniandinos que lo tuvieron como profesor, donde, para ser honestos, se desempeñó formidablemente bien, de acuerdo a numerosos amigos que tengo y recuerdan con cariño la calidad de su docente. A todo señor, todo honor.
¿A quién representa Gaviria? Simple, el ingeniero-economista, con experiencia en el sector Salud, representa a una élite con mucha prensa, marihuana y poco pueblo, que se mira todos los días al ombligo; una poderosa élite que desde hace décadas, con orgullo, viene coqueteando con el marxismo, desconociendo que los niños chiquitos no deben meterse en la jaula de los leones; mucho menos cuando éstos quieren devorarse lo que se les atraviese: infantes, adultos mayores, países enteros… Lo que sea, porque nada más voraz que un león socialista, o comunista solapado como es el caso de los grandes felinos de la fauna política colombiana, tan amiga de elefantes y otras especies que apoyan con su cinismo descarado a los terroristas de la primera línea.
Por lo pronto, esperemos que se termine de armar el amplio abanico de precandidatos presidenciales de todas las orillas ideológicas. La idea es darle la sorpresa al señor de las bolsas y sacarlo de la segunda vuelta: el boomerang que se le va a venir encima lo debe tener preocupado…
Derechazo: Los candidatos con verbo incendiario poco tienen que hacer en la vida de millones de colombianos, pues estos compatriotas, valientes y trabajadores, lo único que desean es una Colombia Productiva, sin expropiaciones ni violencia. Nosotros, unidos en el 2022.
Publicado: septiembre 1 de 2021
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