En Colombia nada es sorprendente, pero sí resulta inverosímil que una simple reunión de dos personas que no tenia nada de particular, haya dado tanto de qué hablar, como ocurrió con el encuentro entre el expresidente Álvaro Uribe y la polémica influenciadora de redes sociales conocida como ‘Epa Colombia’.
Y es que hay que empezar por afirmar que el derecho a reunirse con personas de los más diversos estamentos de la vida nacional, no es exclusivo de Gustavo Petro u otros personajillos por el estilo. Allá el empresario Jean Claude Bessudo si creyó útil y oportuno reunirse con Petro en compañía de empresarios judíos. Bien decía Lenin que los capitalistas les venderían la soga con la que los habrían de ahorcar. Pero están en su derecho.
Tampoco se han visto muchas criticas contra la directora de música conocida como ‘Susana Boreal’ por reunirse con Petro y prestar su nombre para las listas petristas a la Cámara de Representantes. ‘Boreal’ aprovechó las jornadas del paro criminal para darse a conocer dirigiendo una improvisada orquesta que se atrevió a ‘protestar’ adulterando el Himno Nacional y a valerse del arte como plataforma política. Pero, bueno, tiene derecho a reunirse con quien quiera y a hacer política desde el bando que prefiera.
Por eso, es inaceptable que se pretenda satanizar una reunión sana entre una emprendedora y el líder político más importante del país, quien ha sido el abanderado de la promoción del emprendimiento productivo, la iniciativa individual, la creación de empleo, el libre comercio y un capitalismo solidario y humanista.
Porque muchos tendrán que aceptar que ya Epa Colombia no se parece tanto a esa chica dejada con aires de gamín que hace unos años daba pena ajena con sus salidas en falso, y que Daneidy Barrera Rojas se ha convertido en una muy exitosa empresaria que vende más productos de belleza para el cabello que las poderosas cadenas de grandes superficies. Un ascenso tan espectacular que, no obstante, trae a la memoria a personajes de ingrata recordación como David Murcia Guzmán, y obliga a preguntarse si esto obedece a operaciones ilegales de lavado de activos o de contrabando; y, si no es así, a indagar por el secreto de un éxito que probablemente no se veía desde los años mozos del recientemente fallecido Ardila Lulle.
Pero el hecho es que Epa ya no es la misma; hoy anda con escoltas y en carros blindados, igual que su padre, recientemente atacado por asaltantes. Y a punta de vender keratinas (producto para el cabello) está formando un emporio comercial con decenas de empleados. Ya hasta se da el lujo de tener una colección de coches de alta gama como cualquier Maluma o J Balvin, que son las estrellas del momento, con alcance mundial. Eso ni los hijos de Uribe, a pesar de tener entre sus socios a Jeff Bezos, el buey que más bosta obra en el potrero.
Luego, así la carroza transmute en calabaza a medianoche y Daneidy vuelva a ser la cenicienta de siempre, no tiene nada de malo que en su empeño de sacar adelante sus proyectos empresariales se reúna con Raimundo y todo el mundo, con mayor razón con quien representa verdaderamente la defensa de las libertades que fomentan el desarrollo empresarial y el crecimiento financiero. Si alguien pensaba que esta emprendedora debería de estar del lado de un Gustavo Petro, equivocó el enfoque porque el empresarismo no tiene nada que ver con las ideas de este sujeto.
Quien pide «no consumir gaseosas, no sacar el carro, no comprar en grandes superficies, no abrir los negocios, no montar en buses privatizados, no comprar importados», y tiene entre sus propuestas de campaña acabar con la exploración petrolera y supuestamente cambiar las fuentes de energía convencionales por fuentes limpias de la noche a la mañana, pedirá en cualquier momento que no se usen keratinas y de ser presidente terminará por ahogar muy pronto los pequeños negocios entre los que se destacan las peluquerías y salones de belleza de los que vive tanta gente.
De otra parte, ha dicho Epa Colombia que quisiera ser senadora, pero todo indica que la reciente condena que recibió se lo impediría por la comisión dolosa de delitos que ella misma aceptó. Al margen de ello, a diferencia de lo que muchos creen, su realidad actual la pondría más cerca de un partido como el Centro Democrático que del comunismo de la Colombia Humana (Petro) o del Partido Verde porque ser empresario es la antítesis de esas formaciones de izquierda. Los 100.000 seguidores que ella perdió en las redes sociales (de más de 4 millones) tras su reunión con Uribe son, en realidad, personas que no habían entendido que eran ellas quienes estaban en el lugar equivocado.
Finalmente, hay que calificar de absurdo el argumento de quienes creen que el gran perdedor con esa reunión fue Uribe, cuando es normal que él acepte reunirse con cualquier persona que se lo solicite. A nadie le niega un saludo, un pequeño encuentro o uno grande como la encerrona que quiso hacerle la Comisión de la Verdad, y este era significativo para demostrar su empatía con la gente joven, con una mujer que ha sido castigada con mayor intensidad de la esperada, pero que ahora hace méritos como empresaria con una dedicación encomiable. Entonces, ¿por qué tanta y tan desapacible crítica? ¿No será que pretenden aislar al expresidente y alejarlo de todo y de todos? Ay, amiga, el odio a Uribe es lo que mantiene con vida a muchos.
Publicado: septiembre 14 de 2021
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