El Centro Democrático ha resuelto iniciar su proceso interno de selección de candidato presidencial, con el objetivo de culminar esa tarea para finales del próximo mes de noviembre.
Hasta ahora, los precandidatos son Óscar Iván Zuluaga, María Fernanda Cabal, Paloma Valencia, Rafael Nieto y Edward Rodríguez.
Una vez más, el CD se valdrá del mecanismo de las encuestas entre militantes y personas simpatizantes del partido para determinar el nombre del candidato. En el comunicado de prensa emitido sobre el particular, se lee que “la voluntad de todos los precandidatos del Centro Democrático es llegar a la consulta interpartidista de marzo 2022 con todas las fuerzas para tener candidato único de todos los sectores que nos represente en la primera vuelta”.
Como regla general, los partidos políticos deben tener vocación de poder. Una de las causas para su desaparición es, precisamente, su reticencia a buscar el gobierno a través de candidaturas sólidas, programáticas y con perspectiva de triunfo.
La situación actual del Centro Democrático es muy compleja. Es partido de un gobierno que ha padecido una oposición brutal, su bancada en el congreso no luce y su jefe, el presidente Uribe, ha sido víctima de una demoledora campaña de desprestigio que ha tenido un efecto directo sobre su popularidad y, por ende, la de la colectividad.
Respecto de los precandidatos presidenciales, el panorama es muy poco esperanzador. No hay uno solo que esté por encima del margen de error en las encuestas, esas mismas que arrojan calificaciones desastrosas a la gestión del gobierno, como consecuencia de la mezquindad de quienes ejercen la oposición.
No es fácil encontrar un caso de un gobierno mal percibido y valorado por la opinión, que tenga la capacidad de impulsar a un candidato “continuista” en las elecciones.
El Centro Democrático y el gobierno del presidente Duque son inescindibles. Los éxitos de la administración benefician al partido, pero los fracasos les son cobrados tanto al Ejecutivo como a la colectividad.
Otro elemento en contra tiene relación con el descrédito que en general tienen los partidos políticos. La gente dejó de creer en los mismos. Reflejo de ello es la multiplicidad de candidatos presidenciales que están recogiendo firmas para presentarse como “independientes” a pesar de tener, en algunos casos, largas trayectorias en distintos partidos, como Sergio Fajardo, Enrique Peñalosa y Alejandro Gaviria.
Pero lo cierto es que en política no hay nada escrito. La campaña no ha comenzado y las cosas pueden cambiar en un abrir y cerrar de ojos. Esta no es ni la primera ni la última vez que el Centro Democrático tendrá que navegar en medio de aguas turbulentas. En 2016, cuando todo el aparato institucional y los grandes medios de comunicación estaban empleados a fondo en la campaña por el SI en el plebiscito, el CD tenía todas las de perder. La presión en contra no amilanó el espíritu de combate político del uribismo y al final del día terminó ganando con el NO.
Lo mismo sucedió en las presidenciales de 2014. Santos puso todo los recursos posibles -incluido el dinero corrupto de Odebrecht- para asegurar su reelección y para nadie es un secreto que dichas elecciones fueron ganadas por Óscar Iván Zuluaga, pero robadas por el entonces presidente de la República. El actual presidente Duque, empezó la campaña con una intención de voto -según las encuestas- del 4%. Hizo la campaña y ganó la primera vuelta y consolidó su victoria por un amplio margen en la segunda.
Otra dificultad que aqueja al partido de Uribe es el de las listas al Congreso. Lo sensato e inteligente sería que aquellas fueran cerradas. Así, podría garantizarse un mínimo de coherencia ideológica y de disciplina. Pero los amigos de la politiquería se la juegan por el voto preferente que es, en la práctica, el peor de los vicios de la política.
Sin el presidente Uribe jalonando la lista al Senado, es previsible un bajonazo en el número de curules en la Cámara Alta en el próximo cuatrienio. Hay quienes se aventuran a pronosticar que se caerá a menos de 10.
Que las múltiples dificultades sean motivo para aumentar la voluntad de trabajo. El gobierno del presidente Iván Duque tiene muchísimas ejecutorias que el país no conoce. Los avances en distintos temas son ostensibles y eso tiene que mostrarse en esta campaña que arranca y en la que el uribismo jugará un gran papel, ya sea llegando con su candidato a la primera vuelta o sumándose a otro que surja de la coalición que se está planteando para hacerle frente a la amenaza socialcomunista que encarna Gustavo Petro.
Publicado: septiembre 8 de 2021
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