Si en algo los colombianos somos constantes es en darle la espalda a las oportunidades y a nuestro futuro, lo hemos hecho con el campo, con nuestros mares, con el agua, la diversidad, etc., generalmente existen intereses personales o presiones de círculos de poder que no les interesa que algunos temas funcionen.
La medicina alternativa, que es milenaria, que utilizan en muchos países desarrollados con mucha fuerza la tenemos relegada a un segundo plano, casi al lado de adivinadores y brujos que dicen predecir el futuro o devolver al ser amado, se nos olvidó los muy buenos estudios y conocimiento que don José Celestino Mutis realizó con su Expedición Botánica y los grandes conocimientos ancestrales que tienen en esa materia nuestras tribus indígenas.
En lugar de desprestigiarla y atacarla como pseudociencia, en Perú por ejemplo ya funciona hoy como plan complementario del sistema de salud con resultados alentadores.
El sistema de salud en Colombia vive colapsado, las EPS e IPS están pasando aceite hace mucho tiempo, si fomentáramos la medicina alternativa como una opción paliativa y complementaria y le diéramos el estatus que se merece tendríamos la manera de disminuir costos en el sistema y que muchos casos que hoy terminan en la medicina tradicional, en los hospitales no lleguen, se puedan trabajar en casa.
Hoy después de esta pandemia la salud física, mental, emocional y espiritual tienen que ser una prioridad en la búsqueda del equilibrio del ser humano.
Métodos terapéuticos milenarios como la acupuntura, la reflexología, la terapia neural, la sueropatía, el ayurveda de la India, la homeopatía o la bioenergética entre muchas otras pueden ser un complemento a nuestra medicina tradicional generando muchísimo valor no solo en el campo médico sino también en el económico y educativo. Las posibilidades son inmensas.
Aunque algunas universidades en Colombia tienen cursos de medicina alternativa, su reglamentación y legislación los hace complejos y poco funcionales, fomentar su estudio sería una fuente de investigación y desarrollo. También como fuente de empleo y trabajo muy importante para muchos jóvenes que creen más cada día en estas ciencias milenarias, es abrir un nuevo mercado y sector de la economía. (Y de paso no perdemos la riqueza cultural ancestral que es un patrimonio.)
Solamente mirar el desarrollo del cannabis medicinal en el país es el ejemplo de una sola planta que por sus propiedades tiene posibilidades de desarrollo muy grande, pero existen otras que no se les han hecho los estudios y mirado sus propiedades y que se satanizan como el caso de la moringa como tratamiento paliativo del Covid-19, o la caléndula para el dolor entre otras. Es impresionante ir a plazas de mercado y ver como se comercializan muchas de estas plantas por cuenta del voz a voz y del conocimiento que muchos colombianos tienen por generaciones de sus propiedades.
Como vemos si nos ponemos serios frente a esta medicina, podemos generar mucho valor, ayudarle al sistema de salud, ser una fuente de empleo importante, y a nivel de educación e investigación dejar de darle la espalda a algo que está vigente en muchos Países y que ha demostrado con crecer que funciona.
Es lógico que los grandes laboratorios del mundo presionen para que esto no se lleve a cabo, es quitarles parte de la torta que han tenido por años, pero desafortunadamente a nivel global estas medicinas alternativas cogen más fuerza y nosotros los colombianos no podemos seguir dándole la espalda a nuestra propia historia. Sin entrar a mirar el lejano oriente donde estas medicinas son las más utilizadas, en Europa ya tienen también un lugar preponderante también.
Publicado: agosto 9 de 2021
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