Los graves problemas de inseguridad que padece la gente en las ciudades es consecuencia de varias equivocaciones por parte del Estado y de la sociedad, entre ellas, el mensaje continuo y equivocado de que delinquir abre una puerta para obtener beneficios que terminan en impunidad.
No comparto la teoría de los académicos que ligan delincuencia con pobreza. Esa tesis avala socialmente la vida de organizaciones como las extintas FARC o el ELN que excusan su proceder criminal con el argumento de que ellos actúan en nombre de los desfavorecidos.
La cantera de la delincuencia no es la pobreza, es la familia. El deterioro sistemático de la estructura familiar deja a los menores de edad a merced de la ilegalidad al no ser capaz el Estado -que se ha dedicado a minar la familia a través de jurisprudencias que alientan a los adolescentes y jóvenes a violar la primera norma que conoce el ser humano y que se imparte en la familia- de brindar opciones de vida digna en los entornos donde crecen como el de acceder a actividades de formación cultural, deportiva, académica, ambiental…
Sumado a lo anterior, un sector del espectro ideológico y político del país se ha dedicado a desprestigiar la importancia de la seguridad en nuestro sistema democrático y republicano, lo que ha generado consecuencias graves como el de ver a un sector de los jóvenes agrediendo moral y físicamente a nuestros policías, y a otros, ejecutando acciones terroristas como las perpetuadas durante los meses de mayo, junio, y julio del presente año.
Recupera la confianza y asocio entre la comunidad y la policía, institución que constitucionalmente vela por la seguridad ciudadana, tiene que ser la prioridad, de lo contrario la inseguridad y las acciones delincuenciales seguirán creciendo.
La policía necesita recuperar su moral, para ello es necesario que el Estado y la sociedad le devuelva las herramientas legales que les permita ejercer autoridad sin quedar en medio de persecuciones jurídicas de ONG al servicio de causas políticas; urge que volvamos a ver al policía con respeto y admiración.
Recuperar el orden y la seguridad es prioridad nacional que no debe estar sometida al manoseo electoral ni a fallos judiciales que dejan en jaque derechos colectivos como el que le asiste a cada ciudadano de sentirse protegido y seguro por parte del Estado, finalmente ese es uno sus fines,
Los alcaldes, gobernadores, líderes políticos, gremiales, comunales, estudiantiles deben ubicarse en la cancha de nuestro orden constitucional y legal y no en el lodazal que excusa a quien delinquen otorgándole beneficios jurídicos, impunidad, y amnistías. La seguridad no es un postulado ideológico es un patrimonio democrático y constitucional inmodificable.
Publicado: agosto 31 de 2021
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